Espeluznantes sucesos civiles, el camión de nitrato amónico que estalló como una bomba en Barracas. El hombre que se tiró de un tejado a la calle. La lista es inmensa. Tiros y bombas, a veces terroristas, a veces no terroristas, de otros terrorismos fortuitos, accidentes o sin catalogar. El búlgaro que perdió una pierna en la máquina lavacoches en Madrid. El anciano desaparecido. Todos los ancianos desapareciendo de repente. En algunas residencias cuelgan un cartel enorme en el salón, un cartel en el que pone: Marzo , para que se vea el mes. Miles de meses de marzo atropellándose en las sinapsis. Todos los meses quieren salir. El entierro del corresponsal muerto a tiros en Puerto Príncipe. Noticias que abren los telediarios antes de la campaña. Socavón inmenso del camión de Teruel convertido en una extraña bomba. Fatalidad de los accidentes, muertos casuales, fragilidad de los destinos cruzados. Se van gastando las tardes de esta semana última antes de las elecciones, semana un poco agónica, un poco definitiva dentro de la brutal provisionalidad de todo, hasta las hipotecas se pulverizan, se amortizan. Llueven viajes de semana santa, arrecia el buzoneo no electoral. Posan los abuelos al sol. Se van apurando las tardes, los telediarios, los mítines. Entre la emoción y la fatalidad, los candidatos y las candidatas, que son menos, recorren los últimos recintos, suben en globo, visitan sitios, casi todos los sitios.

Entre la euforia ya un poco fatigada, la contención y la esperanza, entre los resultados anticipados, que basculan según el medio que se sintonice o se clique, se agota la semana final de las rebajas. Todo tristemente marcado por la ausencia de debates en televisión, cuando el mundo es ya casi todo televisado, el obús que va a matar al periodista, el hombre que va a saltar en calzoncillos desde el tejado, la sima de un camión volatilizado.

Miedo a la tele, a lo televisado, que estipula la esencia del mundo, la velocidad de los anuncios, el pensamiento-spot. Miedo a reconocer que existe otra posibilidad, otras posibilidades. En estas últimas horas se van saldando los conceptos, y nadie reconoce que pase lo que pase va a ganar, nadie puede perder. Millones de seres darían lo que fuera por participar --o no-- en un invento como este. Nosotros hace unos pocos años.

*Periodista y escritor