El ministro de Agricultura y los consejeros del ramo han dado los primeros pasos para coordinarse y buscar medidas que afronten la grave crisis en la que está sumida el campo español. Las primeras conclusiones no son satisfactorias, porque más allá de un diagnóstico y la confirmación de los problemas, no ha habido más soluciones. Como punto de partida está bien, pero ahora toca que avancen y ejerzan en Bruselas un auténtico lobi de presión.