Nunca he entendido eso de la unidad de la izquierda. Reclamar su unidad es tanto como pretender acabar con ella. Me explico: la unidad es la condición de un ente que consiste en ser solo uno, pero la izquierda no es única, no hay una sola izquierda. En absoluto. La izquierda es diversa y compleja, mestiza, repleta de matices y en ocasiones opuesta y contradictoria, ¿por qué no? Y esta naturaleza plural de la izquierda no es un problema, tampoco una anomalía a corregir, todo lo contrario: es un valor, algo positivo en sí mismo, un reflejo de la propia ciudadanía y la forma de ser más útiles a la misma.

Por eso estoy en contra de ese concepto, tan repetido en los últimos tiempos, de la unidad de la izquierda. Nadie tiene el monopolio de la izquierda, y por eso mismo no puede articularse una supuesta unidad de la misma en torno a una formación política concreta. Sin embargo, siempre he defendido la unión de la izquierda, noción radicalmente distinta a la unidad. La unión presupone la existencia de entes distintos que convergen, pero no para crear uno solo que los sustituya a todos, sino para sumarlos a fin de desarrollar una acción común manteniendo sus identidades respectivas.

Esa unión en la acción política incumbe de forma muy directa, en primer término, a los partidos políticos. Hay experiencias muy recientes en las que ese trabajo conjunto de la izquierda, entendida en un sentido amplio, ha sido útil y enriquecedor. Y creo que eso es lo que la ciudadanía reclama hoy, más que nunca, a los partidos de izquierda: que sumemos nuestras acciones para plantar cara, con más fortaleza, a las políticas insolidarias e injustas de la derecha y para preservar e impulsar el autogobierno de Aragón, el estado del bienestar y los derechos y servicios públicos. Pero esa unión en la acción no concierne únicamente a los partidos. Es irrenunciable, además, la coordinación y la conexión con las asociaciones, las plataformas, las mareas, en definitiva, la sociedad civil movilizada y organizada. Todo ello sin que ningún partido tenga la tentación de instrumentalizar a ningún colectivo, sino todo lo contrario, sirviéndoles de cauce y herramienta.

También entiendo que esa necesaria unión de los partidos de izquierda no tiene que traducirse siempre en coaliciones electorales. Las alianzas electorales son positivas en determinadas ocasiones, pero en otros casos es preferible que la pluralidad de la izquierda se refleje y visualice también en las listas electorales, sin perjuicio de la posterior coordinación política e institucional. Las coaliciones forzadas pueden provocar la desorientación y desmovilización del electorado por falta de identificación con la candidatura, así como la pérdida de identidad de los partidos que las forman e, incluso, una excesiva modulación de sus mensajes políticos en aras de la confluencia electoral.

Sin duda, uno de los ámbitos más propicios para que se articule la unión electoral de los partidos de izquierda son las elecciones europeas, puesto que la circunscripción estatal exige la búsqueda de amplias coaliciones para alcanzar representación en Bruselas. De hecho, siempre que en CHA hemos acordado presentar candidatura a las elecciones europeas (así ha sido en cinco de las seis elecciones convocadas, puesto que en 1994 optamos por no concurrir) lo hemos hecho formando parte de diferentes coaliciones, integradas por muy variadas formaciones políticas de la izquierda del Estado español. Estamos a las puertas las elecciones europeas de mayo de 2014, y la primera opción de CHA era construir entre todas las fuerzas políticas de la izquierda una amplia coalición para oponernos a la Europa del capital y empezar a construir, de una vez por todas, la Europa de las personas y de los pueblos.

Pero no ha sido posible. Por eso, el próximo día 22 de marzo el órgano competente de CHA, nuestro Comité Nazional, debatirá y decidirá si concurrimos a las elecciones europeas y, si es así, optará democráticamente por formar parte de una de las coaliciones que se están conformando por distintos partidos de la izquierda. Todas ellas, si bien de forma parcial, representan esa deseable unión de acción de la izquierda, también en Europa, y cualquiera de ellas permitirá la imprescindible presencia de Aragón en el Parlamento Europeo.

En definitiva, unidad de la izquierda no, pero unión de las izquierdas sí, por supuesto.

Presidente de CHA