El año pasado por estas fechas, obligaciones profesionales me llevaron a Portugal. Pude compartir la manifestación del 1 de Mayo con los trabajadores de Oporto. Me di el gustazo de cantar con ellos, y con un nudo en la garganta, Grândola, Vila Morena recuperada esta vez para reclamar la soberanía popular frente la troika y sus políticas de austeridad, para gritar que las personas y la democracia están por encima de los oscuros poderes financieros que machacan a los pueblos provocando más paro y más pobreza. Y con todo convencimiento compartí el grito más usado a lo largo de la manifestación: «Unidad sindical». La aplicación de las políticas neoliberales en Europa no es producto de la crisis exclusivamente. Llegaron a Europa en los años 70 y la crisis les ha dado alas. Suponen la ruptura del pac-to que se concretó en el modelo europeo de Estado de Bienestar. Aunque digan lo contrario, mintiendo una y otra vez, ese es su objetivo: un profundo cambio de la sociedad que camine ha-cia el individualismo y que la única libertad que garantice sea la de hacer negocios, disminuyendo el papel protector y redistribuidor del Estado. Frente a un ataque de tal calibre, la unidad sindical es una necesidad acuciante en la que hay que seguir profundizando, al menos entre los sindicatos de clase. La diferencia de matices o historias pasadas no pueden entorpecer el camino hacia más y más unidad. La división política y sindical de la izquierda no beneficia sino a la derecha. Son otros tiempos que exigen más unión que nunca.