Durante los últimos meses, nos hemos encontrado al gobierno del Ayuntamiento de Zaragoza defendiendo ideas con las que, en principio, no podemos sino estar de acuerdo. Planteamientos como la continuación de una parte del Corredor Verde de Zaragoza o el desarrollo de una supermanzana en el centro de nuestra ciudad no podrían ser sino motivos para alegrarnos de la gestión del actual equipo de gobierno municipal, en principio. Sin embargo, una vez escarbamos más allá de los titulares que acompañan estas operaciones, nos encontramos un fondo y unas lógicas muy diferentes a las que suelen vincularse a este tipo de planteamientos. Corredores verdes como el de Vitoria, que cose el centro con los barrios situados al sur, están muy lejos de lo que plantea el actual gobierno de Zaragoza. En Vitoria se aprovecha el cambio de la red de trenes para impulsar un nuevo ámbito que favorezca la conectividad de la red de zonas verdes públicas y los recorridos peatonales y ciclados. En Zaragoza, en cambio, se busca ejecutar la urbanización de un futuro hospital privado, regalando un entorno agradable a un equipamiento que solo servirá a aquellas personas que puedan costeárselo. ¿Qué zonas verdes o qué tejidos urbanos pretende conectar esta fase del corredor? Todo lo que rodea la fase del corredor que el ayuntamiento quiere ejecutar, y que considera como prioritaria, parte de la impermeabilidad al tránsito local que producen las urbanizaciones de unifamiliares cerradas y los complejos deportivos privados. Tras un mismo concepto, se esconden principios e intenciones muy dispares: la de conectar y fomentar los recorridos de cercanía en el caso de Vitoria, y la de servir a los intereses privativos y privatizantes en el de Zaragoza.

El caso de la supermanzana propuesta en el entorno de la plaza Salamero es similar. La aplicación más conocida de este modelo de transformación urbana se está dando en Barcelona, donde se ha liberado de tráfico el interior de diversas zonas de la ciudad a modo de prueba, de experiencia piloto, pues el planteamiento parte de la idea de transformar la totalidad de la ciudad, sus recorridos, sus usos y su transporte. El caso de la supermanzana planteada para Zaragoza es, de nuevo, muy diferente. ¿Dónde está la estrategia general de aplicación de este modelo de supermanzanas al resto de la ciudad? ¿Qué sentido tiene mantener un aparcamiento subterráneo en una zona que se pretende liberar del tráfico rodado? De nuevo, tras un concepto con el que no podríamos estar más de acuerdo, nos encontramos una implementación falta de imaginación, de fondo y de voluntad de transformar la ciudad existente en un entorno más saludable, diverso y equitativo. Una vez estudiamos y entendemos los principios detrás de las propuestas del actual gobierno municipal, vemos de dónde vienen y a dónde nos quieren llevar como ciudad, y comprobamos el uso indebido de conceptos que defendemos; entonces, no podemos sino oponernos.