En el 36° aniversario de la aprobación de la Constitución, el consenso sobre la necesaria reforma de la Carta Magna se extiende entre los expertos constitucionalistas y los grupos políticos, aunque topa aún con la oposición del PP, el partido gobernante, con mayoría absoluta, sin cuyo concurso nada es posible.

Sin necesidad de impugnar el valor de la Constitución ni la validez de la Transición, a lo que ahora algunos son tan aficionados, es evidente que el texto que regula la convivencia desde 1978 necesita una revisión.

OLVIDADA EN EL CAJÓN

En realidad, la precisaba ya hace unos años y, de hecho, en la primera legislatura del Gobierno de Rodríguez Zapatero se llegó a plantear una reforma de cuatro aspectos --el título octavo y la sucesión de la Corona, entre ellos-- que contó incluso con un dictamen del Consejo de Estado. Después, la revisión se olvidó.

Pero de poco sirve ahora lamentarse. La reforma es aún más urgente, aunque el Gobierno y el PP se cierran en banda con argumentos que solo son excusas. Pese a que no es cierto que la reforma federal que propone el PSOE sea vaga, Rajoy pide que se concrete, pero cuando los socialistas reclaman una subcomisión parlamentaria precisamente para concretar, el presidente no tarda ni una hora en rechazarla.

Ayer repitió los mismos argumentos y solo admitió que no estaría en desacuerdo en estudiar modificar algún punto ñconcretoO, lo que le sirvió para reprochar a Pedro Sánchez que se desdiga del compromiso de hace tres años cuando PP y PSOE reformaron el artículo 135.

LA LEY ELECTORALAdemás de la cuestión territorial y de la sucesión de la Corona --para acabar con la discriminación de la mujer--, los constitucionalistas coinciden en que hay que reformar el tratamiento de los partidos y la ley electoral.Otras fuerzas incluyen el blindaje de los derechos sociales y la flexibilidad del procedimiento de revisión, que ahora exige en temas fundamentales disolver las Cortes, un referéndum y nuevas elecciones.Esta complejidad contribuye a la urgencia de la reforma, que, para no perder otra legislatura, tendría que prepararse en los próximos meses. Pero, de momento, el Gobierno, como en tantas otras cosas, sigue lamentablemente mirando a otro lado.