El presidente del Gobierno,Mariano Rajoy, deberá finalmente acudir a declarar en uno de los juicios del caso Gürtel. Lo hará en su condición de excoordinador y presidente de la Junta Nacional del Partido Popular, al que en esa causa se le atribuye ser partícipe a título lucrativo de las actividades de esa trama que estaba incrustada en casi todas las administraciones donde gobernaba su partido. Este episodio es la prueba del nueve de la debilidad de la argumentación que ha utilizado el PP para defenderse en esta proceso. Siempre ha querido aparecer como una víctima de una trama que supuestamente no tenía nada que ver con el propio partido. La justicia, hasta ahora, ha desmontado una vez tras otra ese argumento, primero negándole el derecho a ejercer la acusación particular y posteriormente incluyendo a la organización como beneficiaria de las tropelías de la trama. En este contexto, afirmar, como hacían Rajoy y el PP, que estaban comprometidos en aclarar los hechos mientras se negaban a declarar ante el juez era una clara prueba de insinceridad. Ahora sí, gracias a la determinación del tribunal, Rajoy podrá ayudar a luchar contra la corrupción de la manera más eficiente, colaborando con la justicia.

En este caso nos hemos vuelto a encontrar, como ocurrió en el de la hermana del Rey, con una paradójica actuación de la Fiscalía y de la Abogacía del Estado. Su argumentación contra la petición de la acusación popular para que compareciera Rajoy roza el ridículo. Considerar que la declaración de los responsables del partido no es «ni útil ni necesaria» atenta contra el sentido común. Una vez más, las sospechas de politización de la Fiscalía están más que justificadas. Ha quedado claro que las críticas genéricas a la justicia son tremendamente injustas y en demasiadas ocasiones las tropelías de la Fiscalía, que es un órgano jerárquico dependiente del Gobierno, esconden la firmeza de unos jueces a los que, como en otros casos, no les ha temblado el pulso ni ante el presidente del Gobierno.

Ver a Rajoy declarando ante el juez será una pequeña compensación por el escapismo en el que ha conseguido vivir durante diversas instrucciones judiciales del caso Gürtel que no ha hecho sino poner en evidencia una y otra vez a los máximos responsables del partido que gobierna España.