Reconozco que hacer colas para todo lo llevo fatal. Comprar cualquier cosa se hace interminable. Si además te has vuelto un poco irascible después de tanta pandemia y confinamiento, la vida se convierte en una especie de montaña rusa anímica y vital . Sales de casa y, además de no saber cuánto tiempo estarás plantado en la esquina para comprar cualquier cosa, desconoces si tendrás algún encuentro indebido con ese vecino que lleva la mascarilla por bandera o aquel otro que siempre amonesta por no guardar la distancia .

Tengo la sensación de que en muchos, esta debacle ha despertado los instintos más bajos, el egoísmo más intenso y la codicia más atroz.

Problemas

Ya me decían los amigos que esto de la vacuna traería problemas: «No es posible, con el tiempo que llevan planificándolo estará trillado». De nuevo he tenido que darles la razón. Puede convertirse en un desastre. Había olvidado que somos el país que creó la novela picaresca y que El Lazarillo de Tormes, Guzmán de Alfarache, o Rinconete y Cortadillo están todavía presentes en muchos de nuestros comportamientos y estamentos. En un país en el que la gente se cuela hasta para comulgar en misa, como no lo iban a hacer para vacunarse curas, militares, obispos, alcaldes, diputados, concejales, amigos, cuñados, queridas, fiscales, gerentes de hospitales… Ninguno quería, lo hicieron por un malentendido con el protocolo, por presiones de sus subordinados, para dar confianza a la población, obligados por sus equipos de trabajo, y hasta quien no creía en las vacunas se procuró una de estraperlo. Todo sea por aprovechar el «culillo de la vacuna» que decía el consejero de la sanidad andaluza.

Saltarse el orden de las vacunas como el que se cuela en la fila del tranvía es inconcebible, inmoral y de una falta de calidad humana insoportable. Actuaciones como esta hieren socialmente, alimentan el populismo del «todos son iguales», fomenta la desconfianza en las instituciones democráticas, alimenta a los antivacunas, negacionistas y grupos de este tipo. ¿Dónde queda la ejemplaridad que deben dar los responsables públicos?

Denunciar los casos y demostrar que son personas aisladas no es una «caza de brujas», es defender la igualdad y los derechos de los ciudadanos.

Objetivo de la Comisión Europea

Ya sé que este no es el problema más grande de la vacunación, sino las dificultades que la UE tiene para cumplir el objetivo fijado por la Comisión de vacunar al 80% de las personas mayores de 80 años, y al 80% del personal sanitario antes de abril, y al 70% de toda la población hasta el verano. El anuncio de la empresa AstraZeneca de reducir el 60% de los 400 millones de dosis acordadas ha sido un mazazo a estas previsiones, porque viene precedido por la reducción temporal de las dosis previstas de Pfeizer durante dos semanas y porque las dosis de AstraZeneca aportan más operatividad y rapidez en el proceso.

La sospecha de que el bajo precio pactado (1,78 € dosis frente a los 4$ en EEUU, y los 2,5 € en Gran Bretaña) es la causa, ha puesto a las autoridades europeas de los nervios, hasta el punto de amenazar con obligar a las compañías farmacéuticas a tener licencia de exportación para vender su vacuna fuera de la UE.

El esfuerzo de la Unión por crear una estrategia común para la vacunación, que superara el mercado salvaje que se dio en la primavera pasada con la compra de material clínico, necesario para luchar contra la pandemia, está en peligro por unas corporaciones farmacéuticas asentadas en el capitalismo salvaje y por el populismo nacionalista del Brexit, deseoso de rentabilizar política y económicamente la producción de esta empresa en su territorio frente a la UE.

Parece ser que la Unión ha gastado 20.500 millones de euros en seis vacunas con 2.300 millones de dosis en total, y lo ha hecho a través de un documento impuesto de 67 folios, solo accesible en un primer momento, a los eurodiputados de la comisión, que deben leerlo en una estancia vigilada durante una hora sin móvil, en el que los términos de las responsabilidades jurídicas de las empresas, en el caso de algún problema derivado de la vacuna, están tachados.

Algo se ha hecho mal

Si se confirma que la UE ha aportado casi 4.000 millones de euros para la investigación en vacunas y más de la mitad han ido a AstraZeneca con los resultados que estamos viendo, algo se ha hecho mal y si no se enmienda, la confianza de los ciudadanos en las instituciones europeas caerá.

Una vez más aparece el gran problema de depender de sectores estratégicos sobre los que no se tiene ninguna capacidad de incidir y pueden doblegar gobiernos y países. El liberalismo económico sin contrapesos nos aboca a situaciones como esta: grandes corporaciones farmacéuticas quieren imponer a 27 países cláusulas secretas, precios renegociables y distribución del producto a su conveniencia. La UE no puede perder este pulso.

Como decía aquel, «el futuro es más que nunca una incógnita».