Algunos dirán que todo empezó cuando la Generalitat valenciana maquilló las cuentas de la comunidad para entrar en el Objetivo Uno de la UE, lo que llevó al Levante (Murcia estaba también en la lista) un porrón de inversiones millonarias, las autovías gratis, la política de escaparate, las recalificaciones urbanísticas, la mafia y la corrupción. Aragón lo tuvo más difícil, mira. En su día, nuestro consejero de Economía y Hacienda, socialista como el suyo, puso las cuentas en limpio-limpísimo... y nos quedamos fuera de los mejores fondos europeos. Así que los fardes hubimos de tirárnoslos con cuidado y sin vaselina. Será por eso que, en la Tierra Noble, la corrupción ha sido siempre una cosa discreta, sin cremás ni tracas ni playa.

¿Qué pasa en Valencia?, se pregunta la gente de la calle, ahora que el PSV-PSOE y Compromís salen también en las noticias por detenciones, imputaciones y guarrerías. Ayer, en el vermut, les dije a mis compañeros de barra que es pronto para ver el calado real de lo que atañe a los ahora investigados, pero nada (malo) es descartable. A la postre, y como suelen decir una y mil veces (con razón) los voceros de la derecha, el socialismo español ha dejado tras de sí un largo reguero de chanchullos, incluida la siniestra trama que desde el Ministerio del Interior practicó el terrorismo de Estado (en línea con el tardofranquismo duro) y saqueó los fondos reservados. Aunque eso, por supuesto, no justifica ni por un segundo los mamoneos del PP, que en Valencia (y Madrid) han sido de padre y muy señor mío, a lo ferrari.

En general, los corruptos valencianos (como sus modestos imitadores aragoneses) han robado y practicado el nepotismo en nombre de la España-España, de la que aborrece a Cataluña y defiende a un tiempo la unidad patria y la evasión fiscal. Claro que los sinvergüenzas catalanes (los del 3% y todo eso) también son muy nacionalistas y muy suyos y muy de Cataluña-Cataluña. Ya lo creo.

Así es como, los unos por los otros, hemos llegado a esta aborrecible situación. Ya puede espabilar Sánchez si no quiere acabar como Rajoy.