El final de la Guerra Fría, en 1989, propició también el cambio de las estructuras de los Ejércitos y de la Armada en la mayoría de países de Europa, cuyos Estados -al optar por su profesionalización- eliminaron el servicio militar obligatorio. Francia lo hizo en 1997 y España en 2001. No obstante, algunos países de la Unión Europea, como Suecia, Finlandia y Austria, aún lo mantienen, así como Noruega y Suiza. Y ahora en Francia, el presidente Macron pretende instaurar un «servicio militar universal» -de un mes de duración- para la juventud francesa con edades comprendidas entre los 18 y los 21 años. Un proyecto que, según las últimas encuestas, contaría con el apoyo de casi el 70% de la población, y tendría como uno de sus objetivos principales el reforzamiento de los lazos entre la nación y sus fuerzas armadas.

De hecho, una de las ineludibles tareas de los Estados democráticos, es la de elaborar y difundir eficazmente entre la ciudadanía -empezando desde la escuela- su modelo y cultura de defensa. Pues si bien es cierto que estamos en un mundo cada vez más global e interdependiente, del mismo modo la seguridad y la inseguridad son también globales. Ahora apenas hay amenazas en las fronteras, pero por contra, tampoco hay fronteras para las nuevas amenazas, principalmente las del terrorismo, el ciberterrorismo, el tráfico de seres humanos, y el narcotráfico. Y para combatirlas, es ahora más necesario que nunca que se incrementen los lazos entre los ámbitos militar y civil, más todavía teniendo en cuenta que ambos trabajan al servicio de unos valores compartidos, cuales son el desarrollo y el bienestar de la nación a partir de la observancia y cumplimiento de las leyes que emanan de la Constitución. En este sentido, la unidad de «reservistas voluntarios» de las fuerzas armadas, creada en 2013 en España, es un magnífico ejemplo de positiva sinergia entre la sociedad y su milicia. Sin olvidar, asimismo, que el ejército tiene también como misión la de participar en el auxilio de la población afectada por una catástrofe, disponiendo para ello de un cuerpo específico: la Unidad Militar de Emergencias (UME).

En cuanto al panorama internacional, estamos asistiendo a un escenario en el que se están multiplicando las causas que potencialmente podrían derivar en guerras, lo que ha hecho necesaria la existencia de una fuerza militar multinacional con capacidad para actuar -de manera conjunta- en cualquier momento y en cualquier parte del mundo, para el restablecimiento o mantenimiento de la paz. Motivo por el que las fuerzas armadas de los Estados democráticos son pieza fundamental en la construcción de una comunidad mundial cada vez más comprometida con el desarrollo, la equitativa redistribución de los recuros, y la universalización de los Derechos del Hombre.

Se entiende así que la defensa y la seguridad son derechos fundamentales de las personas a escala mundial, y garantía de su libertad. Por ello no es un mero eslogan, la afirmación de que «la defensa es misión de todos», pues la búsqueda del bien común y el interés general no sería posible sin la participación del conjunto de la ciudadanía; y tampoco sin el conocimiento y reconocimiento a la gran labor que, en favor de la convivencia democrática, llevan a cabo nuestras fuerzas armadas.

*Historiador y periodista