Los ministros de Agricultura de los Quince han aprobado la nueva regulación de las ayudas a los sectores productores de aceite, tabaco y algodón a partir del 2006. La importancia de esos fondos europeos radica en que inclinan la balanza hacia los cultivos que tienen futuro y condenan a los que se les agotan las subvenciones. Todo apunta a que la política diseñada desde hace tiempo por el comisario Franz Fischler progresa: los fondos benefician el sector agrario y ganadero atlántico en detrimento de los productos de la agricultura mediterránea.

Con esos antecedentes, endurecidos por el momentáneo desequilibrio negociador que produjo el relevo gubernamental en España, la decisión comunitaria era previsible. Las reclamaciones de la delegación española, encabezada por la ministra Elena Espinosa, fueron desatendidas en una negociación diplomática en la que España quedó finalmente aislada y dejó escapar un pequeño aumento de fondos. El acuerdo será recurrido. Es la única forma que tiene el Gobierno de reconducir las maniobras del polémico Fischler en favor de una política perniciosa para algunas zonas del campo español que, además, subvenciona las hectáreas de cultivo y no la producción.