Dos guardias civiles asesinados en Castejón. Aunque no haya sido ETA su fantasma nos sacudió ayer. La conferencia de Matías Antolín en Huesca, anteayer, sobre la banda asesina y el 11-M, congregó un lleno absoluto en Multicaja. No era una charla fácil. Se mascaba la tensión. El debate posterior fue muy tenso. Tan tenso como el tema. Y eso que hacía meses que la banda no actuaba, o no podía actuar. En Huesca, que ya ha colgado los carteles del Festival de Cine, se estaba produciendo un debate único. En la primera fila del público estaba el alcalde, Fernando Elboj, que al final felicitó al conferenciante. Y también una joven concejala del PP, que se expresó con mucha elocuencia. La verdad es que fue un acto fortísimo. La sensación era que estábamos asistiendo a un debate doloroso, difícil de afrontar y mantener --de hecho no se suele hablar de esto-- pero muy necesario. Huesca, en ese crepúsculo del martes, hacía la autopsia al tema que últimamente todos esquivamos. Matías Antolín dijo que no pretendía ser infalible, pero que era de los pocos periodistas, si no el único, que hablaba y entrevistaba y se carteaba constantemente con bastantes de los asesinos encarcelados. Que estaba amenazado, que rechazaba la protección, y que creía que --por muy acabada que estuviera la banda-- sólo el diálogo permitiría acabar con este siniestro asunto. Dijo que la alternativa era seguir aguantando esta lacra durante otros veinte años. Ahora, el acto de Huesca, todo lo que allí se dijo, cobra una vigencia espeluznante. Antolín explicó que la banda está en una situación terminal, pero que hay que rematar el proceso por la vía del diálogo, porque por muy mal que funcione la infraestructura del terror siempre habrá veinte descerebrados capaces de pegarle un tiro en la nuca a alguien. No más de veinte, pero siempre van a ser demasiados. Al final intervino el público, y como es lógico no todo el mundo estaba de acuerdo. El experto dijo que ahora se daba una oportunidad única para solucionar definitivamente este viejísimo problema. Se habló de todo. Huesca en ese momento debatía abiertamente de lo que España viene eludiendo, quizá porque tanto espanto es insoportable, o por una cierta esperanza que Antolín se encargó de desbaratar: por muy deteriorados que estén, siempre habrá veinte tarados. Un debate televisado de este tipo rescataría a la televisión --y quizá al país-- de su comatoso estado.

*Periodista y escritor