Dos meses de paro, doce mil pacientes afectados y un conflicto cerrado en falso, este es el balance de la reciente huelga de médicos especialistas aragoneses que quedó desconvocada esta semana. En este pulso mantenido de forma intermitente no ha habido vencedores pero sí vencidos: poner al día las listas de espera en consultas y quirófanos requiere un ejercicio titánico, y sea cual sea el esfuerzo médico y administrativo los pacientes seguirán siendo los más perjudicados. Todo ello sin contar los daños causados a quienes durante este tiempo se desplazaron a Zaragoza desde distintos puntos de Aragón y se encontraron con las puertas del Salud en las narices. Habría que preguntarse, a juzgar por los escasos resultados obtenidos por los médicos después de dos meses de dura reivindicación, hasta qué punto ha influido la campaña electoral en este conflicto. Es evidente que la cuestión política ha pesado, porque es difícil entender que la inamovible postura de los sanitarios se haya resuelto con un compromiso escrito. Algo ha quedado claro, sin embargo, y es que los especialistas están unidos y habrá que tenerlos en cuenta. Quizá en los próximos meses cuando Aragón tenga que desarrollar la Ley de Ordenación de Profesiones Sanitarias.