Semanas antes del referéndum revocatorio del 15 de agosto la oposición se muestra segura de su triunfo. Jaleados por unos medios de comunicación abrumadoramente en su órbita, están convencidos de que el día en que acabará la "dictadura chavista" está próximo. A ella achacan todos los males del país: la elevada inflación, el empobrecimiento creciente, el paro, la pérdida de peso específico de su economía, el aislamiento político del país, la cubanización , etc. El día 15 la Coordinadora Democrática no da crédito a los resultados del C.N.E. e incluso desacredita a la Fundación Carter y a la O.E.A., instancias que habían reconocido previamente como mediadoras. La mañana del 16 algunos líderes opositores incitan a la violencia y al golpismo desde sus potentes altavoces mediáticos. Estos se empecinan en hablar de fraude electoral y se basan, entre otras razones, en alambicadas coincidencias numéricas limitadoras para el , que nunca especifican de qué mesas proceden. Ese mismo día por la tarde hay un tiroteo en la Plaza de Altamira (zona burguesa de Caracas) al parecer perpetrada por supuestos chavistas: muere una mujer.

Al día siguiente otro baño de plomo abate mortalmente a dos chavistas en otro Estado. El grado de polarización de la sociedad es extremo. Nadie atiende a razones, todos tienen una posición a priori intransigente con el adversario. La sociedad venezolana necesita templanza y rigor, mas nadie apuesta por ello; cuando una sociedad ha desatado los demonios (la España del 36 es ejemplo palmario) la racionalidad no tiene lugar. Desde aquí vamos a apelar a esa Razón perdida ofreciendo datos, reflexiones y preguntas más que respuestas... todo ello nacido tras un mes de estancia en el país caribeño, hablando con todos, recabando información y asistiendo en directo al proceso electoral con los observadores internacionales.

EL 67,5% DE la población considerado pobre tiene la impresión de que por vez primera se están ocupando de ellos. Ciertamente las misiones de la Revolución Bolivariana pretenden paliar el secular abandono de las barriadas y los ranchos (chabolas) de los cerros. Allí ha llevado más de 12.000 médicos cubanos (los venezolanos se resisten a ir a esos lugares considerados peligrosos), ha abierto economatos de abastecimiento a precios bajos y ha creado centros de educación, a la vez que incrementado la política de becas. El paquete se complementa con 160 dólares mensuales --más que el sueldo base-- que recibe del Estado cada familia necesitada.

La oposición habla de electoralismo oportunista (las medidas se incrementaron sobre todo en los últimos tiempos), de fomentar el subsidio en lugar de la economía y el trabajo, el Gobierno habla de política social necesaria para paliar las desigualdades. Hay un dato incuestionable, los bolívares que percibe o gana un venezolano tienen menos valor que en los tiempos más bien próximos en los que su moneda se codeaba con el dólar. Otro dato incuestionable: sin el barril de petróleo a 40 dólares Chávez no podría llevar a cabo sus ayudas sociales; el gobierno precedente intentó algunas medidas quirúrgicas, pero entonces el oro negro estaba por los suelos...

Ciertamente la situación económica es complicada, con una inflación galopante, la economía productiva estancada y una pérdida ostensible del poder adquisitivo de todos los ciudadanos. Pero estos males no son sólo achacables al gobierno bolivariano. Los precedentes seguían favoreciendo una oligarquía criolla que había repartido algo del pastel entre una clase media beneficiada por el espejismo del boom petrolero, ambos sectores apoyaron un bipartidismo que refrendaba ese statu quo injusto. Porque entretanto las masas empobrecidas se encaramaban en los cinturones de miseria de los grandes centros urbanos.

Chávez no es ese "militarote tonto" que quiere proyectar la Coordinadora Democrática, sino un político de gran olfato que ha sabido sintonizar con esas masas desfavorecidas y les ha ofrecido un discurso. Les habla claro, con una pedagogía de maestro de pueblo (el oficio de sus padres) salpicada de parábolas y guiños populares. Su política de misiones que buscan paliar el hambre, las carencias sanitarias y educativas le han granjeado el favor de la mayoría indigente. Esos ciudadanos han sido documentados con cédula y padrón, se les ha otorgado títulos de propiedad de sus "ranchos" o se les han facilitado tierras expropiadas para trabajar. La oposición acusa al caudillo de actuar así por razones electoralistas, de dilapidar el presupuesto en subvenciones...

El chavismo se presenta con una cara populista y demagógica que no disgusta en el "Primer Mundo", pero ¿se pueden analizar los graves problemas de Iberoamérica con los criterios de una sociedad desarrollada y equilibrada como la nuestra?. Allí la situación es alarmante, las desigualdades abismales, la clase media minoritaria y empobrecida... Este es el talón de Aquiles de Chávez, que no sintoniza con esos sectores medios que pueden dinamizar una economía productiva que necesita el país. Ellos están en contra, no sólo por sus "excesos verbales" y sus "coqueteos comunistas". La pérdida de poder adquisitivo, el estancamiento de la economía productiva y la devaluación de la cualificación profesional son incontestables; así colmo la "buhonerización" del comercio que perjudica a los propietarios que pagan impuestos: los bulevares de Caracas están invadidos por vendedores ambulantes que hacen competencia desleal a las tiendas regularizadas. Los medios de comunicación, en manos de la oligarquía (los Cisneros) siembran en ese fértil terreno del descontento pequeñoburgués.

Venezuela está en una difícil encrucijada que es la de toda América Latina. El modelo cubano es un estridente fracaso, pero no menos que el neoliberalismo colonial auspicidado por Estados Unidos en su patrio trasero. ¿Será capaz Chávez de concretar una tercera vía soberana, social, justa y democrática?

*Profesor de Universidad