Los hijos únicos somos egoístas. Los hijos normales también. El lenguaje nos permite convertir una afirmación de igualdad en una frase despectiva. Pero la ironía suaviza el desprecio. Etiquetamos a las personas según estereotipos, por absurdos que sean y no estén contrastados científicamente. El tiempo también es un prejuicio. Nos hacemos una idea global de cómo es alguien, según la primera impresión que nos produce. Y, por definición, no hay segunda oportunidad. En menos de diez segundos el aspecto, los gestos, la voz o la forma de la mirada de quien acabamos de conocer, nos forjará una idea de su personalidad. Primero valoramos si debemos sentirnos amenazados. Si no vemos peligro estudiamos la posible atracción, empatía y entendimiento con dicha persona. En ese momento ya le atribuimos un conjunto de características personales… a un desconocido. Lo que hacemos con los demás también nos lo aplicamos a nosotros mismos. Tendemos a identificar nuestra personalidad con descripciones de lenguaje que amoldamos a nuestra conveniencia. Es lo que llamamos en psicología, falacia de validación personal.

A mediados del pasado siglo, mi colega norteamericano Bertram Forer distribuyó a un grupo de estudiantes las conclusiones de un test de personalidad que habían realizado previamente. Se les pidió que valoraran, en una escala, su grado de acuerdo o desacuerdo con la descripción resultante. La inmensa mayoría mostró un gran consenso con el resultado obtenido que, según ellos, era conforme a la opinión que de sí mismos tenían. Solo había un pequeño inconveniente. A todos se les había entregado la misma descripción de personalidad. Un texto que, en realidad, había sido fruto de combinar diferentes párrafos de horóscopos que se publicaban regularmente. Investigaciones posteriores confirmaron que este sesgo, llamado desde entonces «efecto Forer», se daba en diferentes culturas. Aunque suele ser más pronunciado cuando la persona cree que el estudio de la personalidad se realiza exclusivamente para él, cuando cree en la autoridad del entrevistador y, sobre todo, cuando el análisis destaca mayoritariamente aspectos positivos de la personalidad.

La actividad política y electoral, está llena de primeras impresiones. La ideología, más la empatía, configura la personalidad de un gobierno y de la oposición. El Ejecutivo de Pedro Sánchez aprobó el martes el proyecto de la nueva ley de educación que derogará la llamada ley Wert. Si algo define la personalidad es la educación. La nueva norma llevará el sentido común a las aulas, devolviendo la religión a las iglesias.

Más oportunidades en igualdad y menos discriminación. Un pequeño paso para la izquierda, un gran paso para la sociedad. Omella y Omella, aragonés respectivamente, creyente y cretense, ha sido elegido presidente de los obispos. El Espíritu Santo se solidariza con la España vaciada. La influencia de Teruel Existe era notoria, pero era menos conocida su faceta espiritosa. Anda la derecha mosqueada con la elección de un prelado que negoció con Rajoy y Puigdemont, ofreciéndose de puente a favor del diálogo en plena tormenta independentista. Divina ha sido la conversión de Javier Lambán que ha valorado este nombramiento de una forma tan positiva. Creer para ver.

En cambio la última mala impresión que nos dejó el rey emérito, Juan Carlos, se vuelve a repetir. La Audiencia Nacional dirige una cacería real que, pasando por Suiza, investiga si la marca de los colmillos de Corinna Larsen en el monarca, y en sus cuentas, los había financiado el AVE a La Meca. La venganza de los elefantes se llena de orgullo y satisfacción.

En Aragón la normalidad es noticia. Se reúne la comisión bilateral entre Gobierno y Ayuntamiento de Zaragoza. Toda una señal para confiar en este tipo de encuentros. El dialogo siempre es bueno, aquí y en Barcelona ¿Será más sencillo sentarse con los adversarios y alcanzar acuerdos con los cercanos o al revés? Los votantes los crían y la economía los junta. Tengan cuidado ahí fuera porque las necesidades comunes son muchas, variadas y las personas no son un balón de fútbol.

Las derechas siguen en lo suyo. El PP se niega a retirar la medalla a Franco que le había otorgado en plena dictadura el Ayuntamiento de Alcañiz. Conmemoraba así el Día de la Memoria Democrática de Aragón que se instituyó, precisamente, para recordar el bombardeo fascista de esa población el 3 de marzo de 1938.

Los populares deben pensar que cuando no hay concejales de extrema derecha, nada mejor que hacer de Vox. Luego les extrañará que su electorado se confunda. Los ultras de Abascal lo tienen claro.

La primera impresión sí que cuenta. Han bloqueado el consenso institucional para defender unánimemente la reivindicación de este 8-M en favor de la igualdad de la mujer. Los tres diputados autonómicos y sus dos concejales de Zaragoza, han celebrado su 'cincomachada' particular. El conjunto de los normales apoyaremos hoy sus reivindicaciones. La realidad es demoledora. Falta mucho por asentar la igualdad de vida, libertad y seguridad para las mujeres. Y más en la equiparación salarial y laboral. El informe de CCOO confirma que una mujer aragonesa cobra una cuarta parte menos que un hombre por el mismo trabajo. Como cantan ellas, el violador eres tú. Pero el explotador también.

*Psicólogo y escritor