El hallazgo de los cadáveres de los tres jóvenes israelís desaparecidos el 12 de junio en una zona de asentamientos judíos en el territorio de Cisjordania ha desatado comprensiblemente las emociones más intensas en Israel. Corresponde a los políticos encauzar estos sentimientos además de investigar lo ocurrido. La venganza no puede sustituir a la justicia. Ni siquiera a la defensa. Sin embargo, las señales que llegan de Tel Aviv son las de la represalia.

Desde el inicio del secuestro, el primer ministro Binyamin Netanyahu lo atribuyó a Hamás, la organización islamista dominante en la franja de Gaza que desde hace unos meses forma parte del Gobierno de Unidad con Al Fatah. La operación de búsqueda de los muchachos ha arrojado un balance de cinco muertos palestinos, más de 400 detenciones y la demolición de las casas de los sospechosos del secuestro. Una vez hallados los cuerpos de los tres chicos, el primer ministro anunció la revancha contra los islamistas, y el ministro de Defensa ha propuesto la creación de nuevos asentamientos israelís en territorio palestino en memoria de los jóvenes que fueron asesinados.

El proceso de paz pasa por uno de sus peores momentos. Pese a sus palabras, las obras de los gobiernos encabezados por el Likud no parecen tener otro objetivo que el de enterrarlo definitivamente. El arma utilizada es precisamente la constante creación de asentamientos en territorio palestino que impiden al gobierno del presidente Mahmud Abbas la creación de algo mínimamente parecido a un Estado donde pueda regir el imperio de la ley y que sea capaz de generar desarrollo.

OBSTRUCCIONISMO

Barack Obama, cuyas relaciones con Netanyahu nunca han sido buenas, ha intentado esbozar un plan de paz que permita el establecimiento de dos estados, el israelí y el palestino. Pese a los innumerables viajes a la zona, el secretario de Estado John Kerry ha tropezado siempre con el obstruccionismo del primer ministro israelí. Incluso el enviado de la Casa Blanca para Oriente Próximo, Martin Indyk, tiró la toalla hace pocos días frustrado por el estancamiento del proceso. Una reacción desproporcionada justificada con el asesinato de los tres muchachos podrá dar satisfacción a los halcones, pero no dará más seguridad a Israel.