Soy un pedante, lo confieso de entrada. Si voy al cine, quiero ver la película en versión original. Actualmente suelo ir a los Cines Aragonia, donde siempre hay seis o siete películas extranjeras en versión original subtitulada.

Cuando compro la entrada, la taquillera me advierte al momento de que la película está subtitulada, eh, cuidado, que sepa dónde me meto. Claro que lo sé, sonrío, y además la entrada es más barata, pero no voy por el precio reducido, voy por disfrutar la película plenamente. Al fin y al cabo, las voces de los actores son una parte fundamental de la actuación.

Curiosamente, la persona a la que le he escuchado la más encendida defensa del visionado de películas en versión original es al actor porno Nacho Vidal. Sí, sí, no es ninguna broma. El actor se encontraba en Zaragoza, hace unos años, en la Fnac, presentando Confesiones de una estrella del porno, un libro biográfico que le había escrito David Barba, cuando se dirigió al numeroso público femenino que había en la sala para decir: «Por favor, cuando veáis una película mía, vedla en versión original, que la voz del actor es el 70% de su interpretación».

Me pareció maravilloso que un actor que básicamente trabaja con su miembro viril dijera lo que yo siempre había pensado. Olé por él. Y prosiguió: «Ahora trabajo para el mercado de los Estados Unidos, y a las chicas les digo kiss me, baby, y cosas cariñosas, y aquí un desgraciado me dobla diciendo ¡chupa, guarra!, y yo no digo eso, por favor».

*Escritor y cuentacuentos