Vivimos a golpe de titulares, y resulta hostil y descorazonador enmarcar nuestros días, semanas y meses en ese breve conjunto de palabras que nos atormentan y confunden: «Se paraliza la vacunación con AstraZeneca». «Moción de censura en Murcia». «Adelanto electoral en Madrid». «Libertad o socialismo». «Democracia o fascismo». «Se retoma la vacunación con AstraZeneca»…

En medio de todo este ruido, que se extiende como una segunda pandemia de irresponsabilidad y oportunismo, el diputado Íñigo Errejón solicitó en el Congreso de los Diputados la puesta en marcha de un plan de salud mental, a lo que otro diputado le espetó: «¡Vete al médico!», en ese delirio en el que se ha convertido la Cámara, donde lo que prima es el insulto y la búsqueda de la carcajada barata que tan poca gracia hace.

Dejemos al diputado con su: «¡Vete al médico!», porque es lo mejor que podemos hacer por él y por nosotros, ya que lo más triste de todo es percibir que hay personas que, buscando despreciar al contrincante político, nos desprecian a todos sin entender el desagarro social que esta pandemia, la del covid, está provocando con afecciones mentales que van desde la ansiedad y los ataques de pánico, hasta el intento y consumación del suicidio, pasando por la depresión y el insomnio.

Necesitamos muchas cosas; muchas. Y, desde luego, lo que no necesitamos son insultos ni descalificaciones que no nos llevan a ningún sitio, solo a ese lugar del que es preciso levar anclas para que el tedio y la mediocridad no sean la constante entre todas las constantes a las que estamos abocados.

Necesitamos muchas cosas, digo; necesitamos más que nunca prudencia y palabras cuerdas para evitar que nuestra maltrecha salud mental acabe agonizando entre frases hilarantes de políticos irresponsables. La pandemia que nos asola arroja cifras demoledoras: número de muertos y de personas infectadas; cifras récord de personas en paro y de familias que han visto cómo sus ingresos pasaban a ser nada y así, como un ruido sordo que va avanzando sigilosamente, las enfermedades mentales afloran y aumentan debido a la inseguridad, al miedo y a la falta de esperanza y de perspectivas de futuro que nos dejan estos meses de pandemia, que ha llegado a nuestras vidas como un tsunami que día a día va minando nuestra fuerza de aire sin sosiego.

Recuerdo una frase que le escuché decir a Pepe Mujica acerca de la realidad mejicana: «¡Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!». Así es: ¡tan lejos de la prudencia y tan cerca del oportunismo y de la burla!