Nada más llegar al poder -dijo el viajero- por un mecanismo parlamentario legítimo, pero cuando no se sabía el tiempo que iba estar, si iba a agotar la legislatura o si iba a convocar elecciones, con una cantidad exigua de diputados y una alianza inestable y ningún mandato, realizó, o realizaron, numerosos cambios de personal. Al frente de la agencia del uranio puso, o pusieron los dos, a un filósofo de una federación de su partido, cambió, o cambiaron, al encargado de la promoción de la cultura del país en el exterior, un profesional de prestigio, por un gestor de más cercanía ideológica.

En la dirección del organismo que debía medir la opinión pública colocó, o colocaron, a un miembro de la ejecutiva de su partido que cambió de metodología varias veces para favorecer al partido y que al hacerlo destruyó el valor de algunas series históricas. El director del organismo que debía medir la opinión pública criticó a los periodistas críticos, protestó a los medios. Se había lamentado el manejo que había hecho el gobierno previo de la radiotelevisión pública, pero él hizo o ellos dos hicieron más o menos lo mismo y echaron la culpa a la oposición. También la oposición, por su maldad intrínseca, y los jueces, porque convenía, se convirtieron en culpables de las tensiones constitucionales.

Publicó (esto él solo) sus memorias en ejercicio, y presumió al hacerlo diciendo que nadie más las había escrito mientras ocupaba ese puesto. Él tampoco, en realidad: la persona que las escribió fue premiada con dos secretarías de Estado. Algunos ministros caían por razones de supuesta ejemplaridad, otros se mantenían si le convenía a él, o a ellos dos, aunque sus transgresiones fueran mayores. Tras las segundas elecciones, nombró o nombraron fiscal general del Estado a quien antes había dirigido el ministerio de justicia. Propuso, o propusieron, cambiar las leyes para ayudar a quienes las habían quebrado, que estaban en la cárcel y decían que volverían a hacer lo mismo pero eran socios necesarios de gobierno.

No habló, o hablaron, de modificar la ley mordaza, pero aplicó o aplicaron restricciones dudosas en internet y propuso o propusieron castigar los delitos de opinión. Echó o echaron a algunos ministros competentes, hizo o hicieron una alianza con una organización con la que antes decía que el pacto sería imposible o irresponsable, y creó o crearon un gobierno dentro del gobierno, para manejar a los ministros y escapar al control parlamentario. Despidió o despidieron al director de la agencia pública de noticias, que al marcharse recordó que su trabajo era servir a la sociedad y no al gobierno -dijo el viajero-. Es un país lejano, hay sol y buen clima.