Una persona muy allegada me ha hecho sonreír mientras debatíamos sobre esa corrupción galopante que amenaza con convertirse en la mayor plaga de la malhadada historia española. Me decía, con evidente sorna, que ni a Isabel Pantoja habría que destinarla al economato de la prisión ni nombrar presidente del club de fútbol del penal a José Luis Núñez, aunque, apuntaba, tendremos que resignarnos a que la Dirección General de Instituciones Penitenciarias se gaste unos buenos euros construyendo en los patios carcelarios campos de golf... Y la verdad es que canta tanto el asunto que corremos el peligro de que las golferías de unos señores/as diputados/as y senadores/as al utilizar gratis total y para viajes privados la tarjeta que se les da, acabe siendo una bromilla con dos paganos, un aragonés y un extremeño. Quemados como estamos ¿sería mucho pedir que alguien --algún juez, por ejemplo, ya que el presidente del Congreso no está por la labor--, ordenara la elaboración de un dossier con viajes realizados por sus señorías y las razones de los mismos? Miren, de unos representantes que viviendo en Madrid cobran dietas --¿para qué?-- y casi 10.000 euros para taxis sin necesidad de justificar, no podemos fiarnos. Seguro que los hay honrados pero aquí y ahora deberían ser los primeros en exigir luz y taquígrafos, si bien como el asunto atañe a casi todos los partidos, es seguro que no moverán ni un dedo, porque con las cosas de comer (las listas electorales próximas), no se juega.

Profesor de universidad