Atardeceres rojizos de Aragón, transidos de sirenas y suspiros. La city se prepara para las fiestas. Dice un hostelero que la semana previa la gente se contiene, se sujeta, gasta menos, tapea menos; dice el hostelero que viene observando esta actitud desde hace treinta y tres años, que el vecindario reserva fuerzas recursos para el Pilar. Se nota ese reburbullir de las horas previas, la expectación. La ciudad Ryanair, la ciudad de los diez mil pisos nuevos, vibran los atardeceres y se oye el fru fru de las comisiones, el zumbar de móviles y la pleamar de los negocios. Los bancos no cierran nunca --o no deberían--, los notarios hacen horario Vips y es difícil encontrar un agrimensor, un topógrafo, un traductor, una apisonadora.

La city entra poco a poco a marchas forzadas en el liberalismo a medio estrenar, una cosa que se va inventando cada día y que nadie entiende muy bien; la gente cierra negocios por los bares, mientras se enfría el café de media mañana y se seca el minibocadillo, todo va parejo, el intelectual ha de ser contratista, el obrero se hace empresario y los pisos, unidad de medida universal, balizan la jornada. Tu me contratas a mi y yo te contrato a ti, o viceversa. Los registros no paran de anotar operaciones, las bolsas suben de repente, sólo guiadas por el espasmo siquiátrico de las ganas de ganar, por el buen tiempo, que septiembre ha marcado la temperatura del siglo.

Esa euforia irracional es un desplante a los precios del barril de crudo. En Aragón aún no se ha vendido ningún coche mixto, con un motor eléctrico y otro de gasolina, aunque ayer estuvieron a punto. En medio de los vaivenes y las zozobras de la política, el largo olvido de España, cada semana se inaugura o se presenta una factoría, el polígono de reciclado más grande de Europa, el último grito en antenas, ¡antenas fractales! Parece que aunque España no acabe de asfaltar esas autovías, el empentón civil es imparable. Pero es que, para colmo de vibración, hasta el Gobierno ha rectificado un poco, por primera vez en siglos, ha salido una ministra a anunciar unos millones de euros, alguien ha asomado. Habrá que seguir forcejeando, todos a una, el marcelinato dando la brasa unánime, con Teruel Existe en la recámara y los diversos tándems bicefálicos dando la matraca. Hala, que esta vez sí.

*Escritor y periodista