Pedro Sánchez decidió no acudir al primer funeral en memoria de las víctimas del coronavirus. En su representación acudió la vicepresidenta Calvo pero no el vicepresidente Iglesias. Una decisión todavía no explicada salvo que sea justificada por la inercia anticlerical del Gobierno al celebrarse en un templo católico.

Lo cual denota un ejercicio de confusión propio de quien desconoce la realidad de su país o que determina su presencia más por el contexto religioso o ideológico y no por el respeto a las víctimas.

Un presidente del Gobierno debe ejercer una representación simbólica en estos homenajes. En el peor momento de la crisis sanitaria se han vivido situaciones tan trágicas que aún no hemos interiorizado como sociedad. La presencia del presidente del país es el mínimo decoro que se debe tener por respeto.

La intención de construir una sociedad aconfesional por el Ejecutivo, con el aval constitucional, es una decisión honesta y respetable que debe tener el recorrido que consideren. Sin embargo, no debe servir para denostar por el camino a la religión católica --o a cualquier otra-- para el fin que persigue el Gobierno.

O, por otro lado, aún es más clamorosa la ausencia del presidente Sánchez cuando deciden asistir otras instituciones del Estado. Desde los Reyes de España junto con las infantas, la presidenta del Congreso o el presidente del Tribunal Supremo. Las altas autoridades del Estado menos Pedro Sánchez. No hay ausencia justificada.

Porque sorprende que el presidente Sánchez aún no haya hecho acto de presencia para honrar a las víctimas ni para homenajear a los sanitarios o servicios esenciales durante la pandemia. Ni en el hospital de Ifema, ni en la morgue del Palacio de Hielo, ni en el primer funeral por las víctimas.

Es obligación de un presidente ejercer un respeto institucional hacia las víctimas de una pandemia que ha dejado casi 30.000 víctimas oficiales --más de 45.000, según el registro oficial de mortandad-- en pocos meses. No es cuestión de religión, sino de acompañar a los familiares en su duelo sea la confesión que profesen.

Sánchez solo hará acto de presencia en el funeral de Estado --sin confesión religiosa-- el 16 de julio. Un homenaje que mezclará sentimientos contrapuestos: habrá homenaje a las víctimas y reconocimiento a los sanitarios. Un acto de Estado sin darle todo el reconocimiento fúnebre como país que se merecen las víctimas.