La tertulia Ramón Perdiguer, integrada por irredentos cinéfilos, tuvo la buena idea de proyectar en Ámbito Cultural El jovencito Frankenstein, y fue una ocasión para revisitar este clásico del humor firmado por Mel Brooks y protagonizado por Gene Wilder, en el papel del doctor Frankenstein, y Marty Feldman, en el de Igor, el criado jorobado. Como introducción a la velada, Fernando Gracia Guiu recordó que el mito de Frankenstein o, más exactamente, de La Criatura creada por Mary Shelley en los albores del siglo XIX, no ha cesado de generar versiones hasta lo que llevamos del XXI, sumando un total de noventa y tres películas.

El jovencito Frankenstein, que resultó en su momento (1974) un enorme éxito de taquilla, no ha envejecido demasiado bien, aunque puede seguir disfrutándose como la original rareza que es. De su muy simple argumento se salvan un par de gags realmente buenos, pero su estilo humorístico está desfasado y ya no despierta las carcajadas, la admiración del público.

En la política española, el monstruo de Mary Shelley ha dado nombre a una forma, tan paródica como la de Mel Brooks, de formar o entender el gobierno.

Fue Mariano Rajoy quien, en las vísperas de la moción de censura que habría de apartarle de La Moncloa, acuñó la imagen de un gobierno Frankenstein, el que habría de venir a sucederle, compuesto, como el propio monstruo, a base de distintos trozos de carne ideológica, un brazo socialista, una pata nacionalista, otra radical... pero con dificultades para manifestarse como un ser o alianza racional con conciencia propia.

Desde entonces, la fórmula de gobierno Frankenstein se ha venido empleando con distintas voces y referencias, aludiendo siempre a la dificultad de gobernar no ya con mayorías absolutas, sino con alianzas próximas y estables.

La duda que a muchos empieza a atenazar es si este jovencito Frankenstein de la política española es un fenómeno pasajero, propio de las crisis económicas y de los grandes partidos o ha nacido para quedarse. Si nuestro propio país, esta España plural, sí, pero a veces desequilibrada e informe, no está deviniendo asimismo en monstruoso.