Se podría decir que hacer balance cada final de año de todo lo que ha sucedido en esos 365 días, aunque solo sea por ejercitar la memoria, es saludable además de ser una tradición cotidiana. Hacerlo por recapitular lo que pudo haber sido y no fue, lo que se logró y lo que queda por hacer, viene bien para proporcionarnos un impulso en este nuevo año con una característica numérica de difícil reiteración, la cual está dando mucho juego por asociarlo a los históricos y locos años 20. Esperemos que no sean tan locos porque no acabaron muy bien, y que sirva esta nueva década para seguir intentando facilitar y proporcionar todo aquello que es de interés general. No es cuestión de hacer un catálogo del año pero sí que es interesante destacar aquello que es reseñable, como es el aumento de la concienciación en la población sobre la escasa igualdad social en la mujer y, sobre todo, de la violencia que se ejerce en ella.

La imposibilidad de encontrar soluciones para que no solo desaparezcan las agresiones de todo tipo, sino que al menos mermen, más la incomprensible aplicación, en algunos casos, del Código Penal por parte de los jueces en los juicios sobre la mujer, la cual ha sido agredida o asesinada, ha dado lugar a que la ciudadanía se manifieste en la calle para poner en evidencia la vulnerabilidad existente que recae en la propia víctima; una sensibilidad que se ha activado por parte de una sociedad que no entiende el porqué no es posible evitarlo, manifestándose con tanta persistencia, con tanto enojo que ha motivado que los partidos políticos tomen nota, salvo Vox que no acaba de enterarse y enmaraña cualquier acción apoyada por la sociedad y por el resto de partidos, algo realmente incomprensible.

La sociedad, los medios de comunicación, las instituciones colaboran para hacer visible la situación en la que se encuentra la mujer. Se están invirtiendo esfuerzos en darle el protagonismo que se merece, esto significa que los dos sexos pueden llegar a alcanzar lo mismo por sus propios medios y no es cuestión de sumar paridades de género para cumplir el protocolo acordado. La visualización en la cultura, en la política, en el deporte, en la ciencia, es la manera de activar el reconocimiento, de averiguar los silencios olvidados y las oscuridades en los que ha estado sumergida, tanto tiempo la mujer en este viejo mundo. Se han alcanzado pequeños objetivos que ayudan a mantener un atisbo de esperanza en esta década que se aproxima, hay que seguir reclamando responsabilidades, pidiendo a los que pueden cambiar las cosas que lo hagan, para que dejen de lamentarse ante las estadísticas de las asesinadas cuando tienen que dar una respuesta en los medios de comunicación.

Estamos viendo, en nuestro país, una perspectiva de año que se vislumbra poco clara por las dificultades que existen para conseguir un gobierno sólido y consensuado que gobierne con unas garantías de continuidad aceptables. Esta especie de galimatías político resulta tan complejo como puede ser «nadar y guardar la ropa», esta astucia solo la saben hacer los suizos de Basilea cuando se dejan llevar por la corriente del Rin nadando con el Wickelfisch, consiguiendo llegar a su destino los que se atreven a zambullirse en el curso del río con un objetivo común, salvaguardar las pertenencias para alcanzar la orilla que les proporciona estabilidad y poder seguir avanzando. Esto no es una metáfora, es la construcción imaginaria de la realidad pero sin la bolsa estanca.

*Pintora y profesora