Todos ustedes conocen esa vieja historieta del pastor que se divierte amenazando con la llegada del lobo. De tanto engañar, a la hora de la verdad nadie le hizo caso y se quedó sin rebaño. Pues algo similar ocurre con la GM, ese motor básico de desarrollo para Aragón que, cuando trataba de instalarse en nuestro territorio fue objeto de mil y una críticas (por parte de los de siempre, lúcidos intérpretes de la nada). Somos muchos los que, desde hace ya tiempo, venimos avisando del peligro real, y nadie hace caso, salvo una DGA siempre presta a poner pesetas (ahora euros) en la caja de una multinacional que solo responde a sus intereses y a su balance de resultados. Ayer llegó el lobo de verdad y nadie debería cerrar los ojos ante sus premonitorios aullidos. La supresión de unos cientos de puestos de trabajo en la casa matricia es la punta de un iceberg (todas esas industrias auxiliares que viven de GM) que ampliará el número de puestos de trabajo a amortizar. Lejos de templar gaitas, nuestras autoridades políticas, las cajas de ahorro y restantes marcos financieros deben cargarse las pilas para evitar lo que se avecina, un futuro negro que ni la Expo 2008 podrá escamotear. *Profesor de Universidad