Trabajar en equipo divide el trabajo y multiplica los resultados. Es una bonita frase de su jefe para animarle a conseguir más objetivos en su cometido. Con esta motivación de lunes legañoso llega a su reunión laboral dispuesto a tomar decisiones para conseguirlo. Tras los habituales saludos forzados en los preliminares, se comentan chistes y chismorreos de sus compañeros y la crónica detallada del partido de fútbol del momento. A partir de ahí el grupo toma vida y voz propia. Tras el debate se llega a una conclusión por unanimidad. Hay gestos de aprobación comunes y todos parten para ejecutar la decisión consensuada.

Solo hay un problema. Nadie está de acuerdo con lo que se ha aprobado. Es lo que llamamos paradoja de Abilane. La desarrolló en un libro, con este título, el experto en gestión empresarial Jerry B. Harvey. Una familia está disfrutando de una plácida tarde de descanso. Uno de sus miembros propone un viaje a la cercana ciudad de Abilane. Alguien contesta que puede ser una gran idea. Otro que por él iría pero quizás no le apetezca al resto. Y el resto dicen que, por supuesto, no van a fastidiar el plan común y no se oponen.

El viaje es un desastre y al regresar todos dicen lo que piensan. El promotor, que pensaba que los demás se aburrían. El resto, que no querían ser los que impidieran la excursión. Pero la conclusión es que todos estaban disfrutando de una feliz tarde y a nadie le apetecía hacer ese viaje que acordaron realizar. Seguro que recuerdan una experiencia similar, tan calamitosa, en sus propias carnes. Con amigos, conocidos o compañeros de trabajo.

En psicología llamamos a esta paradoja, «pensamiento de grupo». El término lo acuñó mi colega Irving Janis. Y se caracteriza porque, en el proceso de toma de decisiones colectivas, cada miembro del grupo intenta conformar su opinión a la que creen que es el consenso del grupo.

En debates sobre cuestiones ideológicas y religiosas, en los que nos consideramos en minoría, suele darse a menudo el pensamiento de grupo. Nadie de la familia se opone o expresa su opinión discordante.

Así que la tribu termina celebrando, con desgana creyente, un bautizo, una comunión o una misa de difuntos, por mucho que el protagonista, o no se entera de la movida, o ya no tiene forma de mostrar su opinión. El juicio por la vía penal a Willy Toledo, por blasfemia, es una aberración de tal calibre como las tonterías que suele decir a menudo el actor.

Pero la libertad de expresión le ampara tanto a él como a las estupideces del arzobispo Cañizares. Los creyentes son libres de adorar a seres imaginarios, ya sea Jesucristo, la Virgen o los Pitufos. Pero que el código penal incluya como sancionable lo que solo puede ser un pecado para sus seguidores, es una barbaridad jurídica y democrática de sentido común.

Quizás es que la Asociación de Abogados Cristianos busca clientela para sus postulados ultras. Les sugiero que salgan a la calle, a los bares y a los campos de fútbol. Si consiguen empapelar a tanto blasfemo como se escucha, les auguro que disfrutaran en la Tierra del paraíso liberal. ¡Mecachis la Virgen que los parió! Y sin epidural.

Una blasfemia contra Iglesias, esta vez de Pablo, exclamó Nacho Escartín tras recibir al motorista de Telegram con su cese bajo el texto. Viejos modos, nuevas formas. El Jueves Lardero no se sintió representado Felipe González en el puchero de la Aljafería. Habló de jóvenes, internet y democracia. Cuesta ver a un dinosaurio disertar sobre inteligencia artificial. Su exhibición en Dinópolis, en la sección de socialisaurus, coincidiendo con las Bodas de Isabel de Segura este fin de semana, petaría Teruel.

Lástima que Inés Arrimadas cancelara su viaje a tierras aragonesas. Su ámbar conservador podría haber fosilizado, a la vez, dos especies en peligro de extinción. La inestable coalición de los naranjas con el PP, a las elecciones vascas, más el trágala en Galicia para aceptar las migajas de Feijoo, es su eutanasia política tras la enfermedad terminal, sin paliativos, a la que sometió Rivera a sus Ciudadanos. Esta va a ser toda la operación de suma que ofrezca Casado para evitar la resta de la ultraderecha que tanto apoya y necesita.

Hoy es el aniversario de un carnaval más trágico y grotesco que, con forma de golpe de estado, estuvo a punto de devolvernos al pasado fascista, en blanco y negro, que tanto añoran en Vox. Una gran parte de sus votantes no habían nacido cuando, un 23 de febrero, el teniente coronel Tejero entró pistola en mano al Congreso. La historia y la memoria que se deben enseñar, aprender y analizar en los institutos son, junto al profesorado, nuestros mejores aliados a favor de la democracia.

Menos mal que hay noticias que alegran un futuro de entendimiento y cordialidad. La propuesta de formalizar una candidatura conjunta entre Aragón y Cataluña para organizar los Juegos de Invierno de 2030, es la mejor muestra de que la simbiosis es mucho más útil que la confrontación.

Lambanetos y Torralescos pueden compartir una aspiración común gracias a la nieve del Pirineo. Propongo que la firma de esa hoja de ruta hacia las Olimpiadas se suscriba en Alcañiz, para conmemorar el pacto de la Concordia que allí rubricamos catalanes y aragoneses en febrero de 1412, y que desembocó en el Compromiso de Caspe.

*Psicólogo y escritor