Es más fácil en estos momentos para cualquier zaragozano saber dónde está la estación de Renfe de Goya en la capital que decir en qué lugar de Zaragoza se puede ver algún cuadro del pintor de Fuendetodos. Quizás se puede saber que el artista pintó alguna cúpula en el Pilar, pero seguramente la gran mayoría no conocen en qué parte de la basílica se encuentra ni la han ido a ver. Y si ya se pregunta qué es ese monumento de piedra en forma cilíndrica que hay en la plaza del Pilar, que incluso puede confundirse con un histórico buzón, pocos serán los que sepan que ahí fue enterrado Goya al morir en Burdeos pero que ahora sus restos descansan en una tumba en Madrid. Y mucho menos que ese monumento se llama cenotafio. Si Francisco de Goya levantara la cabeza (donde quiera que esté) vería que la ciudad en la que se crió y nació como artista sigue sin resolver una vieja cuestión cultural y que en el 275 aniversario de su nacimiento, que se celebra el próximo martes, continuamos sin lograr vincular Zaragoza y nuestra comunidad con Goya internacionalmente.

Una primera disculpa puede ser el año en que toca la celebración. Es verdad que la pandemia no ayuda a la hora de configurar actos e idear cualquier tipo de conexión entre la ciudadanía aragonesa y el artista zaragozano. Pero hay que ser realistas. Daría lo mismo si el coronavirus no hubiera aparecido. Ni las instituciones públicas ni los coleccionistas privados han sido capaces en muchos años de situar a Zaragoza y Aragón en el mapamundi de Goya. Algo así como lo que es y significa Rembrant para Amsterdam. Y no lo iban a hacer coincidiendo con el aniversario de su nacimiento. Eso sí, mañana estarán todos los políticos (y los privados) en Fuendetodos acompañando a las Reyes en el acto de celebración oficial (que, por cierto, hubiera estado mejor celebrarlo el día del natalicio, el 30 de marzo, no el 29) aunque será solo un gesto. Después, unos querrán tener los cuadros solo en las paredes de sus galerías, otros buscarán la fórmula para atraer turistas gracias al apellido de uno de los pintores españoles más universal, y algún otro intentará barrer hacia su casa. Así ha transcurrido siempre la historia de Goya y Aragón, con intentos de hacer mucho y, al final, no hacer nada.

Intentos

Porque intentos ha habido muchos. Desde llevar la figura de Goya al Pabellón de Aragón de la Exposición Universal de Sevilla en 1992 hasta sufragar la rehabilitación de la Regina Martyrum, la cúpula que pintó en el Pilar. Pero lo de la Expo acabó y ya está y la obra del templo mejor no ir a verla porque no está casi ni señalizada y la iluminación para contemplarla es prácticamente nula por parte de la basílica. A partir de ahí, muchos más intentos como el gran Espacio Goya de la plaza Los Sitios, durante el mandato de Marcelino Iglesias como presidente del Gobierno de Aragón que dejó cerrada a cal y canto la Escuela de Artes de dicha plaza (un magnífico edificio obra también de una exposición) que sigue abandonado y sin que a nadie le dé pena ni mucho menos se le ocurra una idea buena para aprovecharlo. El gran proyecto de los suizos Herzog&De Meuron para ese Espacio Goya en Zaragoza quedó en agua de borrajas.

Luego se esforzó Ibercaja en transformar con unos cuantos cuadros de la colección del pintor un museo llamado Camón Aznar en Museo Goya que ahí sigue atrayendo turistas (al menos cuando había) pero con una muestra que sabe a poco. Y lo fundamental de Goya, que está en el Museo de Zaragoza, en la plaza Los Sitios, languidece entre la falta de publicidad y difusión y entre visitas escolares que es lo que más ha tenido en los últimos años.

Incógnita

Lo último, antes del aniversario, data del otoño del año pasado, en que la parte cultural del Ayuntamiento de Zaragoza anuncia que la Lonja se convertirá en un gran espacio expositivo sobre la figura de Goya, aunque se desconoce cómo se va a hacer, con qué material, qué se puede mostrar... Y además encuentra el rechazo de numerosos actores culturales de la ciudad e incluso del Gobierno de Aragón, con su presidente Javier Lambán a la cabeza. Lo que puede salir de ahí, es una gran incógnita pero nadie espera nada interesante.

Así las cosas, bien se puede decir que Zaragoza y Aragón están atascados con la figura de Goya. Aquí no están sus cuadros más famosos, ni sus obras más polémicas, ni su tumba, pero tampoco hay un proyecto serio, trabajado en el tiempo para el que unan esfuerzos las instituciones públicas que deben poner en valor el nombre del pintor para que la ciudad de Zaragoza vaya unida a su nombre a la hora de hablar internacionalmente del artista, y los privados que tienen piezas de valor. Cada uno va por libre intentando rentabilizar para sí mismo lo que sea. Y nadie quiere reconocer --cuenta sí que se dan-- que es el momento de cambiar y trabajar al unísono. Quedan 25 años para celebrar el 300 aniversario del nacimiento del pintor de Fuendetodos. Tiempo más que suficiente para que el 30 de marzo del 2046 nadie puede volver a decir lo que hace otro cuarto de siglo ya se decía y nadie ha sido capaz de resolver. Goya y Zaragoza es una cuestión cultural sin respuesta. Solo hay virtualidad.