La información se transmite, se analiza y se asimila, o no. Es de sentido único. Pero la comunicación es bidireccional. Hoy, en la era de la red, es multidireccional, permanente e instantánea. La batalla por dominar la información ha llevado a inundar de emociones los contenidos para que tengan más audiencia. El resultado es que nos hemos convertido en unos seres precarios de conocimiento y opulentos de comunicación. La mezcla es terrible. Produce inanición cultural y obesidad bulómica. La dificultad del magisterio en las escuelas no está en saber enseñar sino en conseguir que el alumnado sepa aprender. Es lo mismo pero no es igual, como decían los de Martes y Trece. La gestión informativa sobre el Covid-19 refleja cómo somos capaces de atender y entender mejor el contexto que el fondo de la información.

El envoltorio que comunica es emocional mientras que el contenido es racional. Nos quedamos con lo emotivo. La responsabilidad de los medios exige primar lo importante sobre lo interesante. Nuestro aragonés más reconocible y reconocido, el médico Fernando Simón, está siendo diseccionado psicológicamente en cada comparecencia. Se destaca su paciencia, su habilidad de comunicación y su tranquilidad para transmitir el parte diario frente al coronavirus. Este epidemiólogo de cabecera, al que un día le sale la sonrisa irónica de Marty Feldman y otro el gesto travieso del actor secundario Bob, personaje de 'Los Simpson', ya es nuestra Agustina de Aragón frente a la pandemia. En la comunicación no verbal, referida a emociones y actitudes, funciona la regla de Mehrabian.

Este colega psicólogo, nacido en Irán, estableció que ante la ambigüedad, solo un 7% de la información se atribuye a las palabras, mientras que un 38% lo hace a la voz y el 55% al lenguaje corporal. Es fundamental que el rigor, la solvencia científica y la concreción informativa, sean cada día las herramientas de nuestro personaje para dirigirse a la sociedad.

Los virus de don Simón tienen mucho que temer de este profesional. Y la ciudadanía mucho que agradecer al nuevo rey de la sanidad pública, Fernando de Aragón. De momento ya se sienta junto a Pedro Sánchez en el Gabinete de seguimiento de la enfermedad. No olvidemos que nuestro héroe, o nuestra esperanza, tiene un pedigrí cultural maño de alto nivel. Al parecer su psiquiatra padre, el doctor Simón, inspiró el nombre del famoso grupo musical de la movida aragonesa ochentera, El doctor Simón y los enfermos mentales. Con estos antecedentes qué menos que ver a su hijo de parsimonioso pregonero en las próximas Fiestas del Pilar. Como mínimo espero que nuestro ayuntamiento lo designe como Hijo Predilecto.

La política no verbal se abre paso a golpe de cuarentena. El tras estar repartiendo virus a diestro y ultradiestro en la convención de su partido. Aunque el contagio lo ensayó en el acto que realizó en Zaragoza hace 15 días compartiendo alegremente su 'fachavirus'. Que se cuide porque los ancianos son población de riesgo y su edad política es la de un tiranosaurio. Los virus serán muy malos pero hasta ellos son democráticos.

Comienzan las compras compulsivas que todo lo curan. ¿Falta el pan? No. ¿Faltan patatas? Tampoco. Pero no hay forma de ir al baño con dignidad. Resistimos el cierre de la Biblioteca Nacional y las librerías no sufren desabastecimiento para paliar la clausura. Pero la cosa se complica cuando nos quitan el fútbol en el campo y los conciertos de música. En cuanto cierren los bares esta civilización habrá quebrado para siempre. El protagonista de 'The Walking Dead', Rick Grames, conocerá las razones del apocalipsis zombi. Menos mal que tenemos sentido del humor para enclaustrarnos con alimentos y rollos de papel higiénico. Está bien esto de organizar la entrada y la salida de nuestro organismo. Toda una metáfora de la propia vida. En Huesca querían sacar al Cristo de la Buena Peste para acogotar a la plaga. Se lo imaginan acompañado de la famosa escolanía de voces blancas, el Coro Navirus. Y es que si tuviéramos que poner un nombre al puñetero bicho, sin duda el más apropiado sería virus magníficus. Siempre acompañado de su pareja 'incuarentena suma'. Seguro que si esto es el final, nada mejor que terminar silbando: «Siempre mira el lado brillante de la vida». Ese epílogo maravilloso de los Monthy Pyhton en 'La vida de Brian'.

En Zaragoza hemos recibido la visita del campo. Ha sido lo más normal que ha pasado esta semana. Nos extrañó ver tractores por la capital el martes. Pero, nos parece de lo más normal invadir con nuestros coches el medio rural para disfrutar de su entorno, sus productos y sus gentes. Tan normal como pagar cuatro veces más, de media, por lo que consumimos con respecto a lo que ellos ganan.

El mundo sigue girando a nuestro alrededor. Sin embargo pensamos que es el virus el que nos rodea. Siguen el hambre, la pobreza, la violencia y el drama de los refugiados. Ya lo denunciaba el genial Quino en una de sus viñetas. Hoy hace 58 años que nació Mafalda en Buenos Aires. Susanita sabía evadirse ante las noticias internacionales de guerras y tragedias que le asediaban con una frase: «Afortunadamente el mundo queda tan lejos». Pues bien amigos, bienvenidos a la realidad del planeta.

*Psicólogo y escritor