El covid-19 ha cambiado las prioridades. Todo lo que parecía seguro (o casi) ha dejado de serlo y la incertidumbre se ha abierto paso en este 2020 que costará olvidar. La pirámide de Maslow, aquella que explica la conducta humana y que está ordenada en cinco niveles jerárquicos en función de las necesidades humanas (fisiológicas, de seguridad, sociales, estima o reconocimiento y autorrealización) se han tambaleado y hoy la sociedad intenta reconstruir la casa por los cimientos.

La pandemia ha puesto en peligro miles de puestos de trabajo y, por tanto, el sustento de las familias. Pero también, los recursos públicos, aquellos que dejaron de parecer infinitos cuando la crisis del 2008 provocó un crack en el mercado laboral, en el sistema financiero mundial y en las cuentas públicas de los estados. Quizá no aprendimos lo suficiente de esa gran depresión. Quizá ahora debemos hacerlo. A la fuerza.

Aragón necesita 860 millones para cubrir servicios públicos vitales como la educación y la sanidad. Esa es la estimación del Gobierno autonómico, que ya trabaja en la elaboración de unos presupuestos que necesitan de recursos externos (del Estado y de Europa) si quiere mantener a flote los servicios básicos. «Si no, no podremos ni mantener los servicios públicos», dijo Lambán en el pleno de las Cortes de Aragón mientras pedía poder elevar el déficit al 2,5%, algo que a los hombres de negro les produciría urticaria.

Mientras, el Ayuntamiento de Zaragoza pelea con Hacienda para lograr los recursos (unos 71 millones) que le corresponderías en virtud del acuerdo para que se repartan 5.000 millones entre aquellos consistorios que tengan superávit de tesorería. Y no es el caso del consistorio que pilota Azcón, lo que ha abierto una batalla entre más de 30 ciudades y el ministerio que dirige María Jesús Montero. Sin embargo, hay municipios aragoneses, incluso del PP, que quieren esos recursos porque tienen remanentes y porque sería como agua de mayo para ellos.

Afortunadamente, Europa ha sellado un fondo de 140.000 millones para la reconstrucción, es decir, para hacer frente al coronavirus y todo lo que ello implica. ¿Será suficiente? Seguramente no, como siempre suele ocurrir, pero la situación de emergencia obliga a priorizar. Es una cuestión de supervivencia.

Gestión responsable

Por eso es tan vital que los recursos que se vayan a disponer para afrontar este tsunami se gestionen con responsabilidad, sentido común y, si fuera posible, con un cierto consenso. Sin batallas que no dejen centrar el foco en lo realmente importante.

La prolongación de los ERTE --en Aragón hay más de 15.000 personas todavía bajo este sistema de protección--, las ayudas del Estado a colectivos en dificultades, el Ingreso Mínimo Vital (IMV), los fondos para investigación, para afrontar un curso escolar y una sanidad con garantías resultan más necesarios que nunca. Sí, a costa de elevar el déficit y la deuda. Cierto. Pero la escala de prioridades ha cambiado, al menos, ahora. Es preciso un rescate social.

Quizá también por ello es el momento de reclamar responsabilidad a las instituciones, pero también a las empresas que tratan de pescar en río revuelto, como ha ocurrido en algunos casos con los ERTE. Y a los ciudadanos, cómo no.

El 2008, en el retrovisor

Es inevitable hacer paralelismos con la crisis vivida a partir del 2008, aunque las causas son bien distintas. Aquella gran recesión abrió una brecha social que el coronavirus puede agrandar hasta llegar a un punto de no retorno. Los jóvenes, las mujeres y los más desfavorecidos pueden quedar, en esta ocasión, en la cuneta. Otro golpe en esa misma dirección sería insoportable. De ahí que los recursos y la buena gestión de estos puede ser determinante para marcar el futuro de millones de personas.

Paradójicamente, esta pasada semana se ha anunciado la fusión de CaixaBank con Bankia, aquel banco que tuvo que rescatar el Estado. Hoy, quedan pendientes de recuperar más de 16.000 millones de euros aún que el Estado aportó al rescate de la entidad con sede en Madrid. Pues lo dicho, que no se repitan historias como esta porque el virus de la escasez es mortal.