Los catalanes, incluso los que suspiran por una tierra independiente de España, no se merecen los políticos que tienen. Da acidez de estómago verlos dimitir por si acaso tienen que afrontar con su patrimonio las acciones ilegales que van a cometer conscientemente. Precisamente hace unos días ha muerto en China Liu Xiaobo, premio Nobel de la Paz en 2010, que fue encarcelado en 2009 por el delito de redactar una petición pidiendo reformas políticas en su país. Durante su cautiverio (el enésimo que le ha tocado sufrir por su activismo político), se le detectó un cáncer de hígado que las autoridades no dejaron que se le tratara hasta que ha sido demasiado tarde. Ese caballero murió diciéndole a su esposa: «Vive bien». Una esposa, por cierto, que también sufre la persecución del régimen chino por haber compartido vida con Liu Xiaobo. Teniendo en cuenta que en España, si trasgredes la ley te condena un tribunal legítimo; que lo más seguro es que te toque pagar una multa gorda o pasar una temporadita en prisión; teniendo en cuenta que las cárceles de aquí son un balneario en comparación con las chinas, la verdad es que ver a los héroes independentistas rajarse en cascada cuando se acerca el momento de la verdad, resulta tremendamente patético. Y otra cosita: no llamen purgas a eso de quitar a un consejero poco convencido para poner a otro: al tibio le han hecho un favor. Así podrá seguir clamando por la injusticia que vive su tierra, cenando pan con tomate y pernil en alguna terraza mediterránea. Para purgas, queridos, las de China.

*Periodista