Cuando en la noche de los tiempos el hombre se guarecía feliz en las oquedades montañosas, no se podía imaginar la búsqueda que debe realizar para conseguir un espacio donde vivir sin perjuicio de su integridad, ya no sólo económica que ya está perjudicada, sino física, porque las viviendas construidas se enmarcan en una serie de deficiencias y desperfectos que hacen imposible la habitabilidad. Una vivienda que puede costar toda una vida pagarla no se corresponde con la realidad económica de los ciudadanos, más bien obedece a un entorno de especuladores, de subcontratas y de constructoras de pelotazo, que además hacen que se edifique con bajas calidades para obtener aún mayores beneficios. Y por otro lado, que hace que una misma vivienda haya triplicado su valor de hace cinco años.

Estamos inmersos en una especie de globo hinchado por metano. La ley prevista para el próximo año por el Departamento de Vivienda del Gobierno Aragonés tiene que regular estrictamente este mercado de mercaderes y vivos hasta conseguir un equilibrio que garantice una vivienda digna y razonablemente costosa.

*Pintora y profesora de FP