En el demoledor informe del Justicia de Aragón sobre los ancianos aragoneses que son maltratados se especificaban distintas circunstancias de abandono familiar e institucional y situaciones de agresión física y psicológica, pero no aludía a otro tipo de torturas igual o más dañinas. Son las que han sufrido Pilar y Carmen, dos ancianas de 91 y 92 años, que han sido desahuciadas de su vivienda por el mismo mandamiento que son desahuciados tantos ancianos en el Casco Antiguo: "Ya te hartarás".

Carmen, que es ciega, y Pilar, eran las únicas inquilinas del edificio de la calle Heroísmo en el que se van a construir modernos apartamentos, y había que invitarlas a salir para emprender las obras. Hasta aquí muy bien, porque el propietario del inmueble puede hacer con su propiedad lo que le venga en gana. La regla, tanto la inmobiliaria como la moral, indica que a los inquilinos que son forzados a marcharse hay que procurarles un beneficio, ya sea en forma de casa ya en forma de indemnización, pero no dice nada de otros métodos que desde hace tiempo son práctica habitual y consentida: el desalojo por miedo.

Los conocen muchos ancianos que han tenido que resistir en casas viejas e insalubres porque su pensión no da más de sí, y consiste en regalar el alquiler de los pisos que se quedan vacíos a grupos de personas que violan por sistema todas las leyes de la convivencia y encuentran en la escalera de vecinos el mejor espacio para trapichear. Carmen y Pilar saben lo que es pasar miedo. Ahora no les queda para comer, pero duermen seguras en otra casa.