Estamos, sin duda, ante uno de los volúmenes más trabajados de Javier Barreiro, autor, como sus muchos lectores bien saben, abonado al rigor intelectual y a la seriedad científica. Y al constante ejercicio de una investigación que también ahora, para reunir en sus Voces de Aragón a todo un elenco de estrellas belcantistas, muchas de ellas, por desdicha, olvidadas, le ha resultado imprescindible, ardua, compleja.

Antonio Aramburo, por ejemplo --a quien Barreiro, cuya erudición nunca consigue bloquear su sentido del humor, llama "el genio venado"--, fue uno de esos personajes que están reclamando una novela. Nacido en 1840 en Erla, Cinco Villas, en el seno de una familia acomodada, llegaría a encumbrarse como una de las voces operísticas más perfectas del siglo XIX. Barreiro nos recuerda que el tenor aragonés aparece citado nada menos que en Los muertos , de James Joyce, y que fue el único astro lírico capaz de hacerle sombra en España al mítico Gayarre. Libérrimo, genial, y seguramente, tal como apunta el autor, "venado", adolecía Aramburo de un carácter antojadizo e histérico, propio, en efecto, de un gran divo. Una noche, por ejemplo, hallándose actuando en la Scala de Milán, abandonó el escenario a mitad de actuación, se retiró a su palacio milanés, preparó unas migas, se impuso un cachirulo y la lió a cantar jotas. En otra ocasión, en el Teatro Real, molesto porque Alfonso XII y la reina María Cristina no habían acudido a su estreno, abandonó las bambalinas y se dirigió a la plaza de Oriente para cantar a sus estatuas "Di quella pira..."Aramburo llegaría a ganar más de tres millones de pesetas a lo largo de su carrera. Cifra astronómica para la época, pero que no le sirvió para eludir la miseria. El Teatro Solís de Montevideo acabaría empleando como portero a quien tuvo al mundo a sus pies. Antonio Aramburo, olvidado, pobre y solo, murió en la capital uruguaya, en 1912. Casi nadie lo ha recordado hasta ahora.Apasionante también resulta el apunte biográfico que Barreiro dedica a Elvira Hidalgo, maestra, o pigmalión, de Maria Callas.Nacida en Valderrobres, Teruel, en 1891, esta soprano realizó algunas de las grabaciones más antiguas de la fonoteca aragonesa. A los dieciséis años, tras estudiar en el Conservatorio milanés, debutaba en el Teatro San Carlo, en el papel de Rosina de El barbero de Sevilla . El éxito la llevó a acometer giras mundiales, desde El Cairo a Nueva York, donde triunfaría de modo apoteósico junto al gran Miguel Fleta.Años después, convertida en maestra, encontramos a Elvira Hidalgo en el Conservatorio de Atenas, donde se empleará a fondo en la formación de una de sus discípulas: Maria Kalogeropoulos, la futura Maria Callas. Su maestra la forjó técnicamente, hasta convertirla en la estrella que fue. La relación entre ambas sería la de una madre con su hija. Callas le contaría sus penas al ser abandonada por Onassis. Si estaban lejos una de otra, Elvira le daba clases... ¡por telefono!Muchas otras voces ilustran el volumen de Barreiro. Juan García, Fidela Gardeta, Mariano Aineto, Andrés Marín, García Berges,

Elvira HidalgoMaria Callas

El barbero de Sevilla Miguel Fleta

Maria KalogeropoulosOnassis

Juan GarcíaFidela GardetaMariano AinetoAndrés MarínGarcía BergesJulián Bel