El problema de La Romareda (palabra que lleva dentro amor al revés y otras muchas combinaciones para pasar un buen rato) es que el proyecto es feo, no mola, no entusiasma. En los últimos concursos, y por suerte hay muchos, tenemos el fallo de que por lo general sólo vemos el ganador. Es muy difícil ver los finalistas, ni siquiera en internet los cuelgan, con lo poco que cuesta. La torre del agua de la Expo: no hemos visto bien los otros diseños, sólo los ve el jurado. Y así casi siempre.

Ahora que por suerte y ganas hay tantas cosas para ver, merecemos verlas todas, a colores, en 3d, con detalles y entornos. Hay una racanería administrativa, una reserva a la hora de enseñar al gentío las opciones. Por falta de sitio o de interés. Pues también queremos ver los descartes. La torre del agua tiene forma de gota o de lágrima, pero es en planta, cuando lo chulo de verdad sería que tuviera forma de gota en alzado. Y más si hablamos de una Expo, no de un edificio cualquiera. Las gotas nunca están aplastadas en el suelo, porque entonces ya se han esclafado. Las gotas están en vertical. Eso ya es lo mismo. Entonces, con la que está cayendo sobre la futura Romareda, han elegido un diseño que no hay manera de entusiasmarse. Un frontón. Lo ecoenergético, a un edificio así, ahora se le supone.

En fin, son detalles (enormes) dentro del subidón postExpo, el grandísimo momento que vive el entorno, desde Cregenzán hasta Monroyo. Hasta el Canfranc corre. En Bcn están encantados de que Zgz despierte. Este empeño irradia para todos los lados del megapolígono, los famosos trescientos kilómetros. Total, que la infraestructura web del Justicia de Aragón funciona con software libre. Que pronto va a haber una línea aérea aragonesa. Oscurece en el aeropuerto de pueblo, y dos cazas hacen una pirueta antes de aterrizar. Hay menos viajeros que en una estación de las que abandona Renfe. Hay que ir retranqueando ya esas setenta hectáreas. Retranqueando hasta Bardenas. Ya ha salido el plan de riberas, cuántos hemos visto: por fin algo. Hasta la CHE parece despertar. Estamos en un sueño fabuloso, los ríos, por fin. La consigna ahora es que las cuentas estén bien controladas, que el síndrome Sevilla 92 sirva de escarmiento. Esto hubiera despegado sin Expo: con Expo se pone a tope. Hasta la Romareda parece bonita.

*Escritor y periodista