El sueño de una nueva Europa, democrática, solidaria y abierta al Este, tiene un serio reto en las elecciones cuyos resultados se conocerán hoy. Pero las previsiones sobre participación que llegan de los 25 países implicados resultan descorazonadoras. La misma complejidad del proceso de construcción europea está sin duda en la base del temor a que haya una alta abstención en esta jornada. Muchos de los ciudadanos que hoy podrían dar la espalda a las urnas ven todavía el Parlamento Europeo como una institución lejana. Los partidos han hecho en España un encomiable esfuerzo pedagógico para explicar al electorado la importancia de estos comicios en un momento clave del europeísmo político. Pero los ciudadanos parecen poco propensos a acudir a las urnas cuando no perciben que deben elegir programas concretos y líderes que luego van a gobernarles.

El efecto de una alta participación sería especialmente saludable en España, donde el PP ha insistido en que los resultados del 14 de marzo, que dieron la victoria al PSOE, estuvieron viciados por el atentado de tres días antes en Madrid. Una participación que rondara, al menos, el 60% despejaría de nubes el debate político.