Dos años y medio después de los últimos comicios, las generales de noviembre del 2011, los españoles se disponen a votar en una cita menor pero no por ello intrascendente. Las encuestas vaticinan una preocupante abstención, a pesar de que el electorado pueda ser consciente de que cuestiones muy importantes se dirimen en el parlamento continental y en la Comisión europea. La campaña electoral, lejos de estimular el debate sobre el papel clave de Europa en nuestras vidas cotidianas, ha tenido mucho ruido y pocas nueces. Ha transitado del sobresalto que produjo el asesinato de la presidenta del PP de León y su eco en las redes sociales al exabrupto machista del candidato popular Arias Cañete, pasando por mensajes en clave interna que han colocado el escrutinio de esta noche a un escenario plebiscitario.

Otro de los elementos fundamentales de la campaña ha sido la disputa de los pequeños partidos por aflorar en un escenario de circunscripción única y obtener representación en las instituciones continentales. Mientras PP y PSOE se mantienen en el discurso de la alternancia, formaciones como UPD e IU han centrado su mensaje en la ruptura del bipartidismo buscando aumentar su representación, en tanto emergentes como Podemos, llamado a dar la campanada según numerosos analistas, Vox, Partido X, el Movimiento Red, Recortes Cero o Ciudadanos aspiran a colarse en el reparto de escaños, como CHA en su coalición con Equo y Compromís. Unos aprovechando el difuso mensaje del 15-M que quedó sin cauces de representación, otros buscando provecho en el drenaje de los partidos convencionales en un momento de desafección política y de descontento social. Existe consenso al prever que está noche los resultados distarán de los del 2009, cuando PP y PSOE superaron el 40% del escrutinio, con los siguientes partidos representados a más de 30 puntos de distancia.

De este modo, los resultados de las europeas permitirán una lectura aproximada de los asuntos que marcarán la agenda política española de los próximos meses, a menos de un año de las siguientes elecciones, las municipales y autonómicas de primavera del 2015. El PP de Mariano Rajoy, partido que gobierna España y la mayoría de comunidades y ayuntamientos, leerá el escrutinio en clave de apoyo o rechazo a sus políticas de ajuste. El PSOE, por el contrario, aspira a iniciar una senda de recuperación electoral tras el batacazo de las generales que le consolide como alternativa de gobierno y permita a Alfredo Pérez Rubalcaba mantener el control del aparato del partido. Esta preocupación pone de manifiesto que esta noche está en juego para los dos partidos mayoritarios algo más que la representación española en la Eurocámara. Sea cual sea, el partido perdedor tendrá que tomar decisiones internas inmediatas y claras.

La clave de política interna con la que una mayoría de ciudadanos votará durante la jornada de hoy eclipsa la agenda de temas continentales que deberían haber ocupado mayor relevancia en la campaña electoral. En Aragón, uno de los ejemplos más claro deviene de las infraestructuras. No deja de ser una paradoja que mientras los votantes somos llamados a las urnas, esta misma noche no podrán circular camiones desde la comunidad a Francia, y viceversa, porque el departamento de Pirineos Atlánticos del país vecino ha prohibido el paso de vehículos pesados en horario nocturno. Los Pirineos permiten el paso de las papeletas de votación pero no de las mercancías. Una contradicción más en una Europa unida políticamente aún de forma vaga e insuficiente y en la que los intereses de los países, cuando no de los lobis económicos internacionales, priman más que las políticas comunes.

En todo caso, el de hoy es un día de exaltación democrática en el que los ciudadanos deben sentirse concernidos por los asuntos que marcarán la política europea de los próximos cinco años. Será difícil, dado el desconocimiento mayoritario del funcionamiento de la UE y de sus instituciones y en un contexto de estériles debates en clave interna de líderes políticos que cada vez movilizan menos, pero la importancia de los asuntos continentales pendientes provoca una llamada a la participación. El euroescepticismo cada vez más presente en otros países no ha llegado a España, y de hecho ningún partido se ha presentado a las urnas con el objetivo de desandar el camino andado en la unión, lo cual no quiere decir que no pueda surgir en el futuro. Hoy toca votar, mirando a Europa, a pesar de todo y de todos.