Mañana votará la Universidad. Por encima de otras consideraciones hay que depositar la papeleta en las urnas --más allá de ese sistema electoral que la ponderación convierte en un tanto desigual-- para que el próximo rector obtenga el mayor número posible de apoyos. Quien gane, será inmediatamente el rector de todos nosotros, aunque si el elegido para regir los destinos del Alma Mater lo fuere con una participación mínima estará en precario, abocado a negociar todos y cada uno de sus pasos con el conjunto de la comunidad universitaria, y ya se sabe qué significa tal coyuntura... Se presentan tres candidatos, dos con suficiente experiencia en tareas docentes, investigadoras y de gestión; el tercero, con reconocida autoridad en el difícil y exigente ámbito de la medicina (tanto en su vertiente docente e investigadora como asistencial). Cualquiera de ellos sería un buen rector, además de persona buena y entrañable. Sin embargo, la capacidad y experiencia en la gestión parecerían elementos suficientes como para decantar las opciones. Calatayud, con una experiencia acumulada en sus ya largos años de entrega, no parece ser un gestor al uso. De ahí que las posibles minorías mayoritarias que se produzcan en esta primera vuelta se decanten por Pétriz o por Corcuera. Difícil elección que acaso pudiera resolverse si tomamos en consideración los perfiles y experiencia de ambos concurrentes y los retos de futuro que nos impone la adecuación de la Universidad aragonesa al Espacio Común Europeo. Contamos con un candidato que, por su experiencia y prestigio, llevaría la nave a buen puerto.

*Profesor de Universidad