El próximo domingo, votar a los socialistas es apostar directamente por la única alternativa real a quienes han gobernado durante los últimos ocho años. Si el próximo Gobierno no lo preside Mariano Rajoy, lo hará Rodríguez Zapatero.

La cita electoral enfrenta una fuerza hasta ahora mayoritaria a todas las demás, disgustadas por su actuación. Con la ley d´Hont al fondo, es lógica la llamada al voto útil que hace el PSOE. Los socialistas se han puesto al frente de reflexiones como que España no va bien, que la bonanza económica tiene interrogantes por insuficiencias en la investigación y en la formación especializada; que hay una prosperidad posible sin sacrificar prestaciones públicas, sin dar marcha atrás al modelo autonómico pactado en la transición y sin anteponer al presidente norteamericano, George Bush, respecto a la UE.

Darle la mayoría al PSOE es creer que Rodríguez Zapatero sabrá crear y armonizar un consenso entre su heterogéneo partido, Izquierda Unida y las diversas fuerzas nacionalistas y regionalistas, para cambiar el tono político que han imprimido José María Aznar y sus gobiernos a la política española en los últimos años.