Cuarenta años después de su aprobación en referendo, ocurre una cosa muy extraña en relación con la Constitución: muchos que se presentan hoy como estrictos constitucionalista en realidad mantienen discursos contrarios a su espíritu y a buena parte de su contenido; pero, al tiempo, no pocos de quienes abominan del 78 y proclaman que aquello fue la maquillada continuidad del franquismo no pueden ya hacer otra cosa sino acogerse a la vertiente más democrática de una Carta Magna a cuya sombra ha transcurrido la época más libre y más fecunda de la España contemporánea.

La democracia es un sistema complejo y exigente, que solo puede sobrevivir y mejorar en un contexto social activo, participativo, formado e informado. Ahí radica el gran desafío que a todos nos atañe. Es lo que afirma de manera recurrente (y clarividente) el filósofo Daniel Innerarity, y lo que viene a desarrollar en su última publicación, Comprender la democracia, con la cual la editorial Gedisa abre una colección de manuales básicos y sencillos (que no simples) elaborados por conocidos y reconocidos especialistas, que pasan revista a los grandes desafíos políticos del tiempo presente.

Como son muy asequibles (en precio y formato) y dan respuestas a muchos interrogantes (el funcionamiento de los sistemas electorales, la democracia interna en los partidos, las debilidades de la Constitución del 78...) les recomiendo vivamente estos libritos, que irán saliendo sucesivamente para agruparse bajo el epígrafe Más Cultura Política-Más Democracia. No exagero si afirmo que esta es una de las iniciativas más importantes que tienen por objetivo poner algo de claridad en el barullo que nos envuelve.

Vivimos una crisis de la democracia que solo puede resolverse mediante más democracia. Como dice mi amigo Innerarity, este sistema no se salvará recurriendo a los expertos, incrementando la delegación o renunciando al control popular, sino fortaleciendo la cooperación y la organización institucional de la inteligencia colectiva. Amén.