No les voy a engañar, estoy perpleja a la vez que decepcionada, y son sentimientos que van creciendo conforme se aproxima la Navidad.

Hace ya varias semanas que observo supercarros con compras de deliciosos manjares navideños, imposibles de digerir por pequeñas unidades de convivencia confinadas, lo que me hace deducir que además de ser grandes planificadores, no está en la cabeza de quienes portean esa cesta pasar unas fiestas muy diferentes a las de toda la vida.

Pero es que el Consejo Intersectorial de Sanidad, del que no me gustaría formar parte, porque menudo marroncete, establece que vamos a poder juntarnos hasta diez personas para estas celebraciones. Eso sí, despliega unas muy sensatas indicaciones, como si en este país y en la mayoría de estados occidentales recomendar haya dado hasta la fecha buenos resultados.

¿No les parece que esta sociedad ha asumido ya que sí o sí vamos a pasar por una nueva ola de la pandemia?, ¿en qué tipo de sociedad nos hemos convertido?, ¿qué valores nos mueven?

¿Cómo es posible que asumamos con tanta banalidad que iniciaremos el año con 500 o más muertos diarios, con el sistema sanitario colapsado, con personas con patologías no covid sin poder ser atendidas ni a tiempo ni correctamente y parezca que no pasa nada?

Es evidente que la gente está hasta las narices, que tenemos ganas de estar con los nuestros, de abrazarnos, de ver al hijo prodigo aquel que siempre ha vuelto a casa por navidad. ¡Faltaría más!, pero este año quien vuelve por navidad es la ola, la gran ola pandémica y lo que nos jugamos es mucho porque es la vida.

Tal vez deberíamos de ser un poquito menos optimistas porque, pese a que todo apunta a que los Reyes Magos van a traernos la vacuna como regalo, es más que probable que no sea el regalo perfecto ya que su recorrido es muy pequeño todavía. Además, ya sabemos, aunque no acabemos de creérnoslo, que ni siquiera nos la van a traer a todos. Las vacunas no curan enfermedades, las previenen y lo mismo hacen con su transmisión. La vacuna no va a resucitar a nuestros muertos ni a aliviar las secuelas de quienes han quedado tocados por el bicho.

Desde mi rincón les invito a recuperar el espíritu verdadero de la navidad y ser más generosos que nunca, ni seis ni diez ni ningún número, reduzcan sus contactos a las unidades de convivencia y así estarán haciendo el mayor regalo que puedan imaginar, VIDA.

Hoy en mi rincón, aprovechando el recuerdo de los 40 años de la muerte de Lennon, sonará fuerte Imagine, escúchenla y cuídense.