Diana vive en un paraíso lésbico en el que unas mujeres bellísimas luchan entre ellas a brazo partido, cabalgan esbeltos alazanes, y por la noche se bañan en un yacusi a la luz de la luna. Allí no hay hombres porque ellas creen que «los hombres son necesarios para la reproducción pero no para el placer». Desde el momento en el que William Moulton Marston concibió una isla paradisiaca poblada exclusivamente por mujeres, las lectoras se preguntaban si Temiscira no sería una utopía lésbica. Las amazonas de DC Comics vivían una vida pacífica llena de cultura, ciencia, entrenamiento y amor. Amor entre ellas, se entendía. Moulton Marston fue feminista declarado, practicante de BDSM, swinger y firme creyente en la superioridad de las mujeres. En los primeros cómics de Wonder Woman, Diana acababa siempre encadenada, más que nada porque a Marston le excitaba. Era una declaración de su afición por el bondage.

Marston introdujo bastante subtexto lésbico en los primeros cómics de Wonder Woman. Su sucesor, Robert Kanigher, habló siempre muy claramente sobre su opinión de que las amazonas eran lesbianas, aunque a él no se le permitía decirlo en los cómics de forma explícita. La directora Patty Jenkins no lo ha dejado clarísimo en la película, pero pese a todo Wonder Woman deja caer de forma sutil que las amazonas heterosexuales, lo que se dice heterosexuales, pues no son. La que suscribe se fija en que cuando una de las amazonas cae en la batalla (no voy a decir quién para no hacer spoilers) otra, la que había estado a su lado toda la peli, llora como una magdalena y sale corriendo mientras las otras amazonas se quedan quietas, silenciosas y contritas. Queda clarísimo que ambas eran pareja.

Menos del 20% de las películas filmadas en los grandes estudios tienen un personaje gay, lesbiana o bisexual, y cuando lo tienen la mitad de ellos obtienen menos de un minuto de presencia en pantalla. El increíble ( e inesperado) éxito de taquilla de Superwoman demuestra que la gente se ha cansado del esterotipo de superhéroe viril. Y ha probado lo poderosa y rentable que puede ser la inclusión de narrativas sólidas con superheroínas.

Charlize Theron en Mad Max se convirtió en un icono y su identidad sexual no parecía normativa. Eso no le impidió a la película recaudar casi 400 millones de dólares y ganar seis permios Oscar. Entonces, ¿no está el público preparado para un superhéroe o superheroína queer? Un superhéroe o superheroína gay, lesbiana o bisexual. ¿Es descabellado pensar que en una futura secuela de Wonder Woman la heroína podría tener una historia de amor con una mujer? A Bayona, Coixet, Vigalondo, Amenábar, León de Aranoa, a los directores españoles que se han ido hacer las Américas porque aquí no resultaba tan fácil encontrar financiación, les dejo caer la idea. También se me ocurre que podemos tener un superagente queer.

James Bondage, por ejemplo.

*Escritora