E l ya presidente del Gobierno ha ido rescatando de su provisionalidad a algunos de sus ministros en funciones, y finiquitando a otros (en España, un finiquito ministerial puede valer una finca). El entusiasmo por la elección ha contagiado a Pedro Sánchez tal dadivosidad que se le ha ido la mano con los nombramientos. En su Consejo se sentarán tantos ministros que para recordar sus nombres tendrá que practicar trucos de nemotecnia.

Entre los últimos en ser nombrados (el último, probablemente), el ministro de Cultura, un tal José Manuel Rodríguez Uribes. El antiguo, el ex, José Guirao, sale de Moncloa con la hoja de servicios inmaculada; es decir, en blanco.

De su sucesor, Rodríguez Uribes, ningún autor, escritor, poeta, músico, editor, director de cine o diseñador había oído hablar. Lo que no tiene nada de extraño, al no haberse dedicado nunca antes este profesor de Derecho a tema alguno relacionado con la cultura en su más amplia acepción. ¿Por qué lo habrán nombrado? Solo Dios, o Pedro, lo saben.

Quienes se dedican a la creación o a la gestión cultural hace mucho tiempo que no esperan gran cosa, casi nada, de un ministerio de Cultura despejado de cualquier buena idea o proyecto y desprovisto de competencias.

No hay más que repasar por encima la lista de ministros para establecer la inanidad del cargo: Maxim Huerta (el breve); José Ignacio Wert (el recortador); Esperanza Aguirre (fan de Sara-Mago) y así hasta un listado de políticos y gardingos que lo mismo podrían haber recalado en Cultura como en cualquier otro oscuro destino... El único que realmente intentó ejercer fue Jorge Semprún, nombrado por Felipe González y cesado por Alfonso Guerra. Duró dos telediarios.

Ojalá marremos quienes auguramos a José Manuel Rodríguez Uribes una legislatura anónima y él se rebele, proyecte, financie, reivindique, dé a conocer las letras, la pintura, la música, el pensamiento español a los cuatro vientos y puntos cardinales. Por desgracia, y aún siendo dueño de un acervo cultural y patrimonial único en el mundo, nuestro país sigue siendo un desconocido en demasiados foros.

Suerte, en fin, ministro..