Sabemos que es tonto tirando a manazas, que está en la Casa Blanca por la chapuza electoral de Florida de hace cuatro años, también que no sabe hablar y que lo teledirigen las grandes compañías. En resumen, que es con mucho el peor presidente americano desde Nixon. Por ello, esperamos gozosos y confiados el principio de noviembre en que los americanos pondrán fin a este disparate.

Resulta, sin embargo, que las dos más importantes revistas americanas, Time y Newsweek, han coincidido en algo ominoso y que no es prácticamente de recibo.

ACABADAla convención republicana de Nueva York, en la que tanto nos hemos divertido viendo a los manifestantes vituperando al memo de Bush en algo que no ha entusiasmado en exceso al americano medio, el presidente aventajaba a nuestro idolatrado candidato Kerry en 11 puntos. Algo, 11 puntos, no insuperable pero sorprendente. Las luces rojas se han encendido en el partido demócrata, donde Kerry ya ha decidido dar una sacudida en el equipo dirigente de su campaña y donde voces importantes le piden apremiantemente que tire definitivamente el guante blanco y se dedique a dar rejonazos a su rival como algunos republicanos han hecho alevosamente con él cuestionando su pasado militar en Vietnam.

También deberían encenderse en Europa, donde el grado de antipatía hacia Bush ha alcanzado cotas superiores a las que tenía Reagan, con Grecia, España y Francia destacadas las tres en el podio del rechazo y la ridiculización del político tejano.

Instalados cómodamente en nuestra sabiduría europea, alegaremos inmediatamente que la ventaja de Bush está basada arteramente en evitar el debate de temas que afectan al ciudadano y en atacar demoledoramente a Kerry a lo largo de la convención republicana.

Correcto, pero la causa es irrelevante, en política, lo sabemos, cuenta el resultado. Los estadounidenses han oído en todos los tonos que Kerry es un veleta indeciso, que defendería vacilantemente el país, que "sería capaz de acomodar su política a los puntos de vista europeos", Giuliani, el político más popular de Estados Unidos dixit, y el argumento parece haber hecho mella. En el lado opuesto de la imagen, los oradores de la convención --"No dudéis, apoyad al presidente", exhortó el moderado McCain-- han ensalzado el carácter de Bush, su claridad de ideas, su firmeza su decisión en época de crisis. La cantinela, transmitidos los discursos importantes en el telediario de la noche, ha calado. Un 66% de los entrevistados por Newsweek afirma que Bush es un político que "dice lo que cree y no lo que la gente quiere oír". El mensaje, vosotros sabéis quién soy yo, Bush, ¿pero sabemos quién es Kerry? ha llegado a muchos destinatarios.

La gente de Kerry ha sido hasta ahora incapaz de llevar el debate al campo en el que Bush mostraría más flaquezas: la pérdida de empleo, la situación de la economía, el espectacular aumento del déficit público...Es claro que un referendo sobre estos cuatro años de Bush daría notas dudosas al presidente, pero el demócrata no ha sabido aprovecharlo. Mientras, los republicanos le han zurrado sin piedad en zonas sensibles, tratando de mostrarlo como un frívolo progre , calificativo detestable para el votante medio, que atacó duramente al Ejército a su regreso de Vietnam, afirmando que sus votaciones en el Senado son erráticas, votó en contra de la primera guerra del Golfo, la bendecida por la ONU, y a favor, sin embargo, de la archicontrovertida intervención estadounidense de hace un año, etcétera.

Es claro que Kerry tiene poco que ganar centrándose en la política exterior, en la que por otra parte no podría desmarcarse sensiblemente de Bush. Ha manifestado apoyar la reciente intervención en Irak "aun sin la existencia de armas de destrucción masiva" y como candidato a la Casa Blanca no puede permitirse denunciar lo que Europa, en una mezcla de rectitud e hipocresía, demoniza: el derecho de una gran potencia a la intervención preventiva ante una amenaza. Cualquier incursión en el tema del terrorismo, que resucita la antinomia del carácter de los dos candidatos, también le es nociva. Su fuerte, si le dejan en los debates televisivos, está en formular al votante la pregunta que hacía en su campaña inicial el aquí denostado y allí adorado, curioso contraste de nuevo, Reagan: ¿puedes decir que estás mejor que hace cuatro años?

NO ES SEGURO que lo logre. Osetia favorece a Bush y el previsible recrudecimiento de los ataques en Irak, con algo macabramente espectacular a fines de octubre, no tiene por qué perjudicarle como conjeturan los fanáticos islámicos. A unas siete semanas de las elecciones --hace poco Kerry iba estrechamente por delante--, las perspectivas de nuestro candidato demócrata no son alentadoras. Los americanos, primitivos ellos, ya se sabe, son capaces de reelegir al cowboy cateto y agresivo, al teledirigido. Que seguiría cambiando el mundo y a nosotros. Intuyo que varios gobiernos europeos, por si acaso, y tal vez sin entusiasmo, ya han empezado a rebobinar. Lógico.

*Exembajador de España en la ONU.