Resulta que hasta que no lleguen las 22.30 de hoy no sabremos con certeza lo que vamos a ver en televisión; yo no había conocido nunca una situación igual. ¿De qué hablo? Sobre todo de falta de respeto al que les paga el sueldo, el espectador.

Pero hablo de lo que flota entre las empresas televisivas, que han organizado su estrategia comercial, no en la calidad estricta, sino en una guerra de espías y bombas fétidas, digna de un culebrón que, por cierto, podría producir cualquier canal televisivo. Se trata de que la regla de oro más deseada por estas productoras consiste en dañar al enemigo, más que en beneficiarse propiamente. Dicho con un ejemplo: hoy estaba previsto el estreno de B&B en Tele 5, una serie que retrata la redacción de una revista de tendencias. Todo está preparado y anunciado. Pero de repente, Antena 3 deja caer que es posible que también estrene Velvet, otra serie ya cocida y dispuesta para servir. La tenía guardada esperando una oportunidad, aguardando a que saliera el ratón para soltarle el hurón.

Es poco serio, ¿no? Poco serio. Porque en medio de este fuego cruzado estamos los espectadores que no podemos programar con tiempo nuestro ocio. Ya muchas revistas que anunciaban con 20 días la cartelera televisiva se arruinaron incapaces de acertar algún título. Siempre cambiaban a última hora en función de los gestos del enemigo. Ahora estamos en las mismas. Yo no sé lo que voy a ver hoy. Y ellos, tampoco. ¿Qué tal un día hacer todos lo mismo? Apagar.