El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, hizo el otro día unas declaraciones en las que venía a eludir cualquier reponsabilidad en la subida del recibo de la luz. Ya lloverá y se llenarán los pantanos, vino a decir. O ya soplará el viento, que es lo más barato, agregó. Mientras, a ponerlas, paganos, gilipuertas, infelices... Por supuesto tanta facundía apenas indignó a los llamados creadores de opinión pública ni tampoco a la desorientada ciudadanía, hundida en el pozo de la confusión porque, como ha dicho el actual director del Washington Post (y antes del Boston Globe), Martin Baron, si la gente es incapaz de reconocer y aceptar los hechos básicos... Pues eso.

Los gobiernos del PP (también los del PSOE, pero los del PP se llevan la matrícula de honor) sí tienen mucha responsabilidad en el hecho de que España sea uno de los países de Europa donde más caro sale el recibo de la luz. Unos y otros fueron encajando en dicho recibo los famosos peajes, que son recargos destinados a engrosar los ingresos de las compañías eléctricas. Por la moratoria nuclear, por la implantación de renovables, como compensación por habernos vendido la energía por debajo de los costes de producción (¿?), peaje al canto. Bueno... a su bolsillo.

Excusas y mentiras modelan una realidad virtual al gusto de las auténticas élites (¿sabían que el mandamás de una eléctrica gana en dos días lo mismo que el presidente del Gobierno en un año?). Y la sociedad civil parece haber perdido la capacidad para poner sobre la mesa algunas verdades objetivas elementales (sí, verdades), por obvias que sean.

Rajoy espera una vez más. Ya lloverá. Mientras, la vida sigue su peregrino y demencial discurrir. Trillo, ya saben, hubo de dimitir como embajador cuando por enésima vez le estalló el fúnebre asunto del Yak. En esta ocasión un informe del Consejo de Estado desveló las implicaciones políticas de aquel terrible accidente (¿accidente?). Así que ahora el exministro y exembajador de España deberá volver a su puesto de trabajo propio: letrado mayor... del Consejo de Estado. No me digan que no es genial.