Dos universidades barcelonesas han otorgado el doctorado honoris causa a algunos significados protagonistas de la lucha antifranquista y de la transición. El zaragozano Gregorio López Raimundo (Tauste 1914), que sufrió exilio, cárcel y destierro, es un ejemplo de los sacrificios que algunos asumieron desde la clandestinidad, y junto con el resto de los galardonados ayer en Barcelona representa el enlace entre quienes se resistieron a la dictadura desde la literatura, el derecho y la sociedad civil, con las generaciones de políticos progresistas que llegan hasta nuestros días.

Había que reparar ese vacío y, sobre todo, romper un silencio que sobrepasaba los límites de la prudencia. La propaganda oficial de los últimos años pretende convertir homenajes de estricta justicia como el de ayer, al igual que la búsqueda de las fosas comunes de fusilados por las tropas franquistas, en un síntoma de revanchismo. Es todo lo contrario. Se trata de recuperar la memoria. Que todos sean conscientes de que la democracia no fue una concesión, sino una conquista alcanzada con el sacrificio, el trabajo y la resistencia de muchos hombres y mujeres que la hicieron posible, y que aún hoy debemos seguir defendiéndola.