…siempre se repite la misma historia. El día de la marmota, una vez más. Apertura de cierres perimetrales, y la desmandada padre-madre. Después de cuatro meses de confinamiento interprovincial, desde hoy podremos circular libremente entre Zaragoza, Huesca y Teruel, una ansiada liberación para Aragón, la Comunidad de todo el país que acumulaba más tiempo con sus provincias cerradas, aun cuando los datos no han sido más desfavorables que en otras tierras de esta España nuestra.

Como siempre, batiendo récords. Y no lo duden, todo acto entraña consecuencia. Levantamiento de barreras, barra libre. Y es hasta entendible, cuando la rigidez en las formas se mantiene porque sí, sin tregua, sin concesiones, sin explicaciones, sin sentido. Al ritmo, de aquel viejo estilo de liderazgo autocrático, aquel del ordeno y mando, en el que en cuanto el jefe deja de estar presente, los subordinados se desbocan y hacen de su capa un sayo.

Especialmente, cuando el mando demuestra su incapacitación y falta de coherencia. Pues, ¿cómo se deglute la idea de que no se pueda viajar entre Comunidades, y los franceses, ingleses y otras hierbas, puedan acampar bajo sus anchas en tierras de Castilla? Al toque de pintxo-pote, además. Por mucha PCR que presenten, resulta deleznable. Métanse sus incongruencias donde les quepa, gestores de medio pelo.

El todo para los extranjeros, la nada para los autóctonos. Quién traga con eso. Y menos aún, con las medidas que supuestamente regirán nuestros días festivos de Semana Santa, en los que si quieren ver a sus familiares, padre-madre o espíritu santo, y no son convivientes, no podrán hacerlo en espacios privados porque estarán incurriendo en un delito. Venga ya. Con cuentos a otra parte, que una servidora, ya no puede más.