Terminado el 8-M de este año 2020 ocurre como con las fiestas más populares y emblemáticas: ya se está pensando en la siguiente edición. Por algo es una cita que se ha ganado un lugar de prevalencia en el calendario, un día señalado en violeta que no hace sino ganar espacio en la conciencia colectiva de la sociedad. Es cierto que este crecimiento tiene muchas aristas que pulir, pero también es indudable que el movimiento feminista que lo impulsa es imparable y se ha ganado a pulso el estatus de revolución, y ya no tanto por su fortaleza y apoyo cada vez más masivo, sino por su fundamento. Ahora solo queda tener en cuenta que los próximos 364 días son igual de importantes y todos ellos requieren del esfuerzo de cada uno de nosotros de forma individual y de la población en su conjunto. La batalla está lejos de ganarse todavía, pero la lucha por la igualdad requiere de tesón, prudencia e ideas claras, por no hablar del sentido común. Una combinación que obviamente va más allá de dar respuesta a los planteamientos de esa ultraderecha rancia a la que tantos kilos de caspa encima de los hombros le impiden moverse con soltura. La intransigencia no tiene fecha en el calendario. El 8-M, 365 días año.