Como millones de españoles, yo también tengo una hipoteca. Una hipoteca que terminaré de pagar en los albores de la jubilación y que me ha permitido desarrollar mi vida, la de mi familia y desarrollar mi profesión y la de mi mujer. Con los recursos generados en nuestras respectivas actividades hemos sacado adelante nuestra familia y estamos pagando nuestra querida hipoteca. Serán veinte años, mes a mes, atentos a la llegada del recibo para no incurrir en mora y evitar así que el banco desencadene esa furia que ya sabemos que suelta cuando incumples el contrato y que, en caso de reincidencias, te lleva al desahucio. En nuestra casa no se nos ha ocurrido nunca, a propósito, disminuir nuestros ingresos porque como el banco es el primero, hubiera sido necesario recortar gastos en casa, no sé si de calefacción, de los estudios de los hijos, de vacaciones, de calidad alimenticia, de salud o de todo. Pero está claro que algo hubiera sido necesario recortar para poder pagar la hipoteca y mucho más sino nos hubiera acompañado la suerte de haber podido mantener nuestra actividad como autónomos y mantener los ingresos.

Pero nuestra deuda no acaba aquí, como españoles estamos afectados por la deuda del Estado, esa deuda que casi se duplicó con la crisis bancaria y que ahora se va a ver incrementada con el resultado que arroje esta crisis sanitaria y económica que nos va a dejar el covid-19.

Como es lógico en estos momentos lo fundamental es atender a la urgencia sanitaria con todos los medios y recursos que sean necesarios, sin escatimar nada para salvar el mayor número de vidas posibles y que las consecuencias de este parón afecten al menor número de personas. Es un esfuerzo suplementario que nos exige a todos un comportamiento ejemplar y que pone de manifiesto el error de las políticas que se han practicado, no solo en nuestro país, sino en todos los de nuestro entorno desarrollado. Miles y miles de millones de euros en un armamento que se convierte en chatarra y racaneo de presupuestos para el desarrollo científico y de investigación que nos ayude a afrontar nuevos retos, como ocurre en este caso con el covid-19. ¿Cómo podemos tener un sistema desarrollado como el nuestro y que no existan en nuestro país

empresas que sean capaces de producir en dos días todas las mascarillas, guantes y equipos de protección para todo el sistema sanitario español? Con toda esa pléyade de asesores, comisionados, etc. que pueblan los ministerios ¿a nadie se le había ocurrido pensar que podría pasar esto?

Tiempo habrá para pedir explicaciones y exigir una variación en el rumbo de la toma de decisiones que por otra parte y dado el estado actual de las cosas y el futuro que se nos avecina se convertirá en una necesidad.

Con todo esto, nos quedará más deuda, que deberemos pagar a través de los PGE los españoles, y que tal y como consagra nuestra reforma exprés de la Constitución, primero cobrarán los poseedores de la deuda y lo que quede será para atender las necesidades de los ciudadanos.

Y una vez que estemos en esta situación, ¿seguiremos escuchando la cantinela de esos partidos que defienden la bajada de impuestos? O lo que es lo mismo, reducir los ingresos del Estado, que no del Gobierno, porque la deuda es del Estado no del Gobierno. Y entonces ¿a quienes bajamos los impuestos? ¿A los que tienen recursos y pueden pagar? ¿Quiénes y cómo vamos a pagar la deuda con menos recursos en las arcas del Estado? Como pasa en mi casa ¿de dónde quitaremos para no incumplir el mandato constitucional que nos obliga?

Ni España ni los españoles pueden aguantar mucho más esta injusticia. Va a ser necesaria una reforma fiscal progresiva y justa que haga tributar a aquellos que se están quedando con las economías del planeta y que están convirtiendo a los ciudadanos en simples piezas de sus engranajes de producción a los que por la misma correa de transmisión derivan sus impuestos. Una economía circular en la que la riqueza siempre termina en los mismos bolsillos.

Se hace necesaria una economía en el gasto, con una reforma de la Administración pública y una priorización de los objetivos de forma que una gestión eficaz y justa de los futuros gobiernos nos permita salir de este atolladero.

*Periodista