José María Aznar sonríe mientras Javier Arenas le señala algo en el papel. Al lado de ambos, que entonces eran presidente del Gobierno y ministro de Trabajo, respectivamente, se encuentra Cándido Méndez, líder de UGT, cargo que sigue ocupando, y Antonio Gutiérrez, exsecretario general de CCOO. La imagen está tomada el 9 de octubre de 1996. Corresponde a la firma del Pacto de Toledo en el Salón de Tapices del palacio de la Moncloa. Todos ellos reunidos en torno a una misma mesa para garantizar que las pensiones, y por tanto los mayores de nuestro país, quedasen fuera de las disputas partidistas y recibieran la protección del Estado que merecen.

Han pasado casi 20 años desde entonces. La cosa ha funcionado más o menos bien en todo este tiempo (si no incluimos las campañas electorales donde se ha intentado meter miedo con que las pensiones pueden desaparecer). No somos un país en el que se den a menudo los grandes consensos, pero hay suficientes indicios para asegurar que necesitamos un nuevo Pacto de Toledo. Esta vez para la infancia. La primera vez que escuché hablar de esta constructiva idea fue hace unas semanas al equipo de Unicef durante una reunión en la que comentábamos la situación real de nuestro país. Pocos días después presentaron su informe anual con conclusiones demoledoras. Marta Arias, la responsable de sensibilización y políticas de infancia, decía ese día que en España tener hijos se ha convertido en un factor de riesgo de pobreza. Curioso que una frase como esa no haya provocado un terremoto en los cimientos de nuestra sociedad. Es más, el informe no apareció en las portadas de los principales medios de comunicación. Pero lo más duro viene detrás, cuando Marta apoya su afirmación en datos como estos: España es el segundo país europeo con menos capacidad para reducir la pobreza infantil (capacidad y voluntad, añado). Solo nos gana Grecia. España es uno de los seis países de la Unión que no tienen prestación universal por hijo. Y la traca final: en España tenemos 2,3 millones de niños bajo el umbral de la pobreza. Todo esto en la España de la recuperación y la teórica bajada de impuestos. Como dice Carmelo Angulo, presidente de Unicef en España, tenemos que convencernos del valor social que tienen los niños.

¿Necesitamos algún dato más para ver claramente que hace falta un nuevo Pacto de Toledo que proteja a nuestros menores como hace 20 años se decidió proteger a nuestros mayores? Es hora de que los partidos y otros agentes sociales se retraten y muestren si son capaces de repetir la foto y, sobre todo, lo que vino detrás. Y si no, sigan esperando a ponerse de acuerdo, y además del presente en breve habremos liquidado también el futuro. Yo pido pacto. ¿Y tú?

Periodista